jueves, 16 de diciembre de 2021

Santa Beatriz de Silva y Meneses

 




Santa Beatriz de Silva y Meneses

Historia de la vida de la venerable madre doña Beatriz de Silva, fundadora de la Orden de la Concepción Franciscana de Toledo



Cristina Segura Graiño

Muy poco se conoce de su vida hasta 1447, entonces vino a Castilla formando parte del acompañamiento de Isabel de Portugal que iba a contraer matrimonio con el rey Juan II de Castilla, viudo de su primera mujer. Las informaciones que hay sobre Beatriz de Silva son muy escasas y se deben a una biografía que sobre ella escribió en 1526 el fraile franciscano fray Francisco de Garnica con el título Historia de la vida de la venerable madre doña Beatriz de Silva, fundadora de la Orden de la Concepción Franciscana de Toledo, conservada gracias a una copia de 1660. El valor de esta obra reside en que fue redactada cuando todavía vivían personas que habían conocido a Beatriz de Silva y podían aportar informaciones sobre ella. No obstante, la mayoría de los datos recogidos tienen un marcado carácter hagiográfico, no sólo con respecto a Beatriz sino a la Orden franciscana pues responden a un doble interés; en primer lugar, rodear la figura de esta mujer de un carácter mágico para legitimar su fundación y demostrar que era una elegida de Dios; y, por otra parte, manifestar la vinculación del proyecto de Beatriz de Silva con el franciscanismo desde un principio y, de esta forma, legitimar la apropiación que de él se había hecho y las modificaciones que se llevaron a cabo hasta desvirtuar los ideales preconizados por ella. Por todo esto, la obra ofrece un valor cuestionable, pero hay que utilizarla necesariamente ya que es el único texto escrito en aquella época, conocido hasta ahora, que se conserva sobre los hechos en los que participó Beatriz. Su importancia es mayor ya que no hay informaciones escritas sobre el proyecto religioso de Beatriz, pues el escrito que dirigió al papado para el reconocimiento de su fundación se ha perdido y aunque algo puede deducirse de su contenido gracias a que se conserva la respuesta en la bula papal de Inocencio VIII del 30 de abril de 1489 que autorizaba su petición, pero es difícil establecer la relación entre lo solicitado por Beatriz y lo reconocido por el papado. Todos los posteriores escritos que se han centrado en ella utilizan como fuente primaria la Vida de Garnica, y las aportaciones se refieren más a interpretaciones, análisis y valoraciones de la vida y obra de esta mujer que a nuevos datos. Por todo ello, hay todavía muchos aspectos oscuros y sin resolver, más teniendo en cuenta que en el citado escrito sobre todo se pretendía destacar la santidad y relaciones con la divinidad de Beatriz, que una reconstrucción histórica de su vida, y su adscripción al franciscanismo.


La belleza de Beatriz era tan grande que cuando llegó a Castilla eclipsó a la de su señora, la cual sintió unos profundos celos, y ante la serie de solicitudes de matrimonio que Beatriz recibió, decidió encerrarla en un cofre. Beatriz consiguió sobrevivir el tiempo del encierro, tres días, ya que la Virgen se le apareció dos veces y le proporcionó alimento. Este primer hecho conocido de su vida ya tiene un carácter milagroso y señala la elección de la Virgen hacia esta mujer.


Cuando su familia se enteró de la situación, su tío Juan de Silva la liberó. Entonces ella, como muestra de gratitud hacia la Virgen, tomó la decisión de retirarse de la Corte, permanecer virgen haciendo voto de castidad y recluirse en un lugar sagrado para poder dedicarse a la vida religiosa y no sufrir por causa de su belleza solicitudes amorosas ni matrimoniales. La leyenda cuenta que a partir de ese momento se cubrió la cara con un velo y nadie volvió a vérsela.


La decisión de Beatriz fue vivir en el Convento de Santo Domingo de Toledo, pero no profesar en esta Orden, sino vivir como una laica acogida a la protección que ofrecía el convento, cosa que era muy habitual en aquel tiempo. Se ha discutido sobre la identificación del elegido y al que donó todos sus bienes, ya que entonces en Toledo había dos conventos de monjas puesto bajo la advocación de Santo Domingo.


Uno era de monjas cistercienses y otro de dominicas.


El primero recibía el nombre de Santo Domingo el Antiguo y el de dominicas el de Santo Domingo el Real. Pero el problema se acentúa pues existe una fuerte tradición de que Beatriz vivió en el primero, todavía se señala donde estuvo su celda, y la bula de Inocencio VIII de 1489 se refiere a un convento de la orden cisterciense. No obstante, durante el proceso de canonización se hace referencia al Convento de Santo Domingo el Real y las recientes investigaciones confirman que fue con las dominicas con quienes se recluyó, aunque como seglar, sin vivir bajo una regla.


Por tanto, su primera relación en Toledo fue con la Orden de Santo Domingo.


Apenas hay referencias a los años pasados en el convento viviendo como beata una vida austera, de rezos y penitencias, de acuerdo con las nuevas fórmulas religiosas desarrolladas desde el siglo xiv, relacionadas con la “devotio moderna”. Era una piedad que preconizaba la posibilidad de vivir una profunda espiritualidad sin la mediación de normas, reglas, ni jerarquías eclesiásticas.


Por ello, Beatriz vivía en un convento, que la protegía y la eximia del cumplimiento de sus obligaciones cortesanas por ser noble, pero sin aceptar la regla de las monjas, ella era la que diseñaba su espiritualidad y vida religiosa que podía llegar a ser más dura que la de las propias monjas con las que convivía. Este movimiento religioso que tuvo gran predicamento en Castilla durante los siglos xv y xvi propició que mujeres como Beatriz, conocidas como beatas, pudieran llevar a cabo proyectos de vida religiosa singulares que no se adaptaban a las normas convencionales sino que pretendían una religiosidad más personal y autónoma.

Asimismo, ofrecía la posibilidad de crear espacios de libertad religiosa femenina.


Durante los años en los que Beatriz vivió en Santo Domingo el Real de Toledo la fama de su piedad fue creciendo y allí la visitó asiduamente la reina Isabel la Católica, llegando a crearse una estrecha comunicación entre ambas mujeres. El proyecto de Beatriz de vida religiosa interesaba sin duda a la Reina como se deduce de sus continuas visitas al convento.

Y, posiblemente, por indicación suya, ya que fue la Reina quien se los cedió, se trasladó a los palacios de Galiana, además de donarlela iglesia de Santa Fe, fundación de la reina Constanza, mujer del rey Alfonso VI, tras la conquista de la ciudad. Beatriz fue acompañada por el grupo de doce mujeres seglares, algunas parientas suyas, que con ella vivían en Santo Domingo. Esto fue en 1484 iniciándose una nueva etapa en la vida de Beatriz que duró hasta 1489. En esos años, estas mujeres constituyeron un beaterio en el que se fue consolidando un proyecto religioso que culminó en la creación de una nueva Orden religiosa.


El beaterio autónomo de Beatriz de Silva en los palacios de Galiana fue semejante a muchos otros que hubo entonces en Castilla, pero éste tenía la peculiaridad de la amistad de Beatriz con la reina Isabel y la posible ingerencia de la Soberana en la vida del mismo, que culminó con creación de una nueva Orden.


En esos años se debió de consolidar el nuevo proyecto, posiblemente el traslado había sido motivado por este motivo, ya que lo habitual en otros beaterios era aceptar la regla del convento femenino con el que tuvieran una mayor relación. En cambio, en este caso, y aquí radica su importancia, se estaba creando una nueva orden religiosa femenina que iba a sintonizar con la política religiosa propugnada por al Reina Católica. Beatriz de Silva envió a Roma para su aprobación una nueva regla que no se ha conservado.


Es muy difícil establecer hasta dónde influyó Isabel la Católica, por una parte en la redacción y, por otra, en que Beatriz decidiera mandar a Roma la regla, para institucionalizar su beaterio y recibir la aceptación de la jerarquía eclesiástica. La nueva regla fue enviada a raíz del traslado en 1484 pero hasta 1489 el papa Inocencio VIII no emitió la bula “Inter Universa” en la que respondía a la solicitud.


Gracias a esta bula se autorizaba a Beatriz a la fundación de un monasterio en Santa Fe de Toledo según la regla del Císter para vivir en la clausura más estricta. Asimismo se aceptaban una serie de normas cuya singularidad daba una personalidad propia a este proyecto, aunque no se conoce si respondía a todo lo planteado por la fundadora. Las monjas se ponían bajo la protección de la Inmaculada Concepción, advocación de la Virgen María que entonces estaba empezando a tener una gran relevancia. Bien es cierto que el Císter era una de las órdenes que habían influido más en el culto mariano, pero en este caso se señalaba una advocación muy precisa, que se pretendía potenciar aunque todavía no era dogma de fe dentro de la Iglesia católica. El hábito que vestirían era azul, con el escapulario blanco de las dominicas y el cordón de San Francisco. El rezo del oficio de la Concepción era obligatorio. Asimismo se daba a las monjas la capacidad de darse estatutos y ordenamiento propios, siempre que se mantuvieran bajo la autoridad del obispo. Estas nuevas monjas han sido conocidas como Concepcionistas. No obstante, el proyecto autorizado todavía iba a sufrir una serie de alteraciones. Al poco tiempo moría Beatriz de Silva, la fecha no es muy precisa pero desde luego anterior al año 1492. Su obra no estaba consolidada ni desarrollada, tampoco sus sucesoras directas tuvieron una personalidad parecida a la suya.


A partir de ese momento se inició un proceso de apropiación de la obra de Beatriz de Silva por parte, sobre todo, de los franciscanos, que ya se había manifestado cuando estaba agonizante. Entonces pugnaron por llevarse su cuerpo las monjas de Santo Domingo el Real, ayudadas por frailes dominicos, frente a frailes menores franciscanos. Esa nueva etapa culminó en 1511 con la aprobación definitiva de la Orden de la Inmaculada Concepción en la que la primitiva regla enunciada por Beatriz y su adscripción al Císter fueron suprimidos, restando únicamente la advocación concepcionista. El cardenal Cisneros, arzobispo de Toledo y monje franciscano, incluyó a las monjas de la Santa Fe en los objetivos de su reforma de las órdenes religiosas, que pretendían una mayor uniformidad y sometimiento en las órdenes femeninas a las jerarquías eclesiásticas. El proceso consistió, sobre todo, en la sustitución de la regla de Beatriz de Silva por la de Santa Clara, endurecida por el P. Quiñones, se eludió, por tanto, la adscripción al Cister y las monjas quedaron integradas en la familia franciscana como una reforma dentro de las clarisas y bajo esta autoridad y observancia. La clausura se endureció, igual que la obediencia, la pobreza y se controló cualquier posibilidad sobre la actividad intelectual individual, que anteriormente había caracterizado los conventos de clarisas.


La reina Isabel debió de tener participación importante en la integración de las concepcionistas al mundo franciscano, por su fuerte inclinación hacia él. También hay que tener en cuenta que el Convento de la Santa Fe estaba muy próximo al de los franciscanos y estos frailes auxiliaron a Beatriz y a las restantes monjas cuando lo requirieron. Por otra parte, Isabel no estuvo de acuerdo con la obediencia al obispo, propuesta, para dar una mayor autonomía a la Orden, e insistía, incluso en vida de Beatriz, en que era preferible la sujeción a las jerarquías franciscanas, como demuestra la bula de Alejandro VI de 1494, ya muerta Beatriz, en la que se atienden las solicitudes de la Reina Católica en este tema y se inicia la incorporación de las concepcionistas como una rama del tronco de las clarisas.


La Orden de las concepcionistas, debidamente adecuada a los intereses de Isabel la Católica, gozó de una gran aceptación por parte de la Reina y del resto de mujeres nobles que formaban parte de su Corte. Todas contribuyeron a la expansión de los conventos concepcionistas como exponentes de la religiosidad impulsada por la Reina Isabel. La conquista del Reino de Granada fue una magnífica ocasión para llevar a las concepcionistas en las tierras recién incorporadas e impulsar estas nuevas formas religiosas. Isabel la Católica influyó para que se fundaran conventos y contribuyó a su dotación y otro tanto hicieron las mujeres más allegadas a la Reina. Se fundaron cuarenta y seis casas entre 1504 y 1526, destacando la segunda fundación de la nueva Orden, la de Torrijos (1507), auspiciada por Teresa Enríquez, “La loca del Sacramento”. De esta forma desde los inicios del siglo xvi la obra de Beatriz de Silva tuvo una gran repercusión, a pesar de que en ella no se mantuviera el proyecto inicial de esta mujer, que fue beatificada por el papa Pío XI en 1926 y canonizada por Pablo VI el 3 de octubre de 1976. En aquel momento, su Orden contaba con más de ciento cincuenta monasterios distribuidos por Europa y América.

Beatriz de Silva fue protagonista de dos comedias del Siglo de Oro: La fundadora de la Santa Concepción, de Blas Fernández de Mesa, y Doña Beatriz de Silva, de Tirso de Molina.

 

Bibl.: Historia y relación de toda la vida de la santa madre Beatriz y la fundación de esta Orden Inmaculada, también llamado Vida I o Relación Quiñónez, s. l., 1515 (Toledo, Archivo del Convento de la Concepción Jerónima); F. Garnica, Historia de la vida de la venerable madre doña Beatriz de Silva, fundadora de la Orden de la Concepción Francisca de Toledo, s. l., 1529 (Toledo, Archivo del Convento de la Concepción Jerónima); F. Bivar, Historias admirables de las más ilustres entre las menos conocidas santas que hay en el cielo [...], Valladolid, Geronymo Murillo, 1618; A. de Herrera, Vida de la venerable virgen doña Beatriz de Sylva, authora y fundadora de la sagrada religión de monjas de la Purísima Concepción de Nra. Sra. la Virgen María, Osuna, 1647; J. Meseguer Fernández, “Primeras constituciones de las franciscanas concepcionistas”, en Archivo Ibero-Americano (AIA), 25 (1965), págs. 361-389; E. Gutiérrez, Vida de la beata Beatriz de Silva y orígenes de la Orden de la Inmaculada Concepción, Valladolid, Server-Cuesta, 1967 (2.ª ed. Santa Beatriz de Silva y origen de la Orden de la Inmaculada Concepción, Burgos, Aldecoa, 1976); “La Orden de las concepcionistas en su primera fuente histórica”, en AIA, 29 (1969), págs. 381-398; J. García Oro, Cisneros y la reforma del clero español en tiempo de los Reyes Católicos, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1971; Canonizationis Beatae Beatricis de Silva, fundatricis monialium franciscalium a SS. Conceptione, Romae, 1973; I. Omaechevarría, Las monjas concepcionistas. Notas históricas sobre la Orden fundada por Beatriz de Silva, Burgos, Aldecoa, 1973; E. Gutiérrez, “María de Saavedra, sirvienta de la B. Beatriz de Silva”, en AIA, 35 (1975), págs. 349-353; I. Omaechevarría, Orígenes de la Concepción de Toledo. Documentos primitivos sobre Santa Beatriz de Silva y la Orden de la Inmaculada, Burgos, Aldecoa, 1976; Comentarios a la regla de la Orden de la Inmaculada Concepción, Burgos, Aldecoa, 1977; E. Gutiérrez, Crónica de la canonización de Santa Beatriz de Silva, fundadora de la Orden de la Inmaculada Concepción (3 de octubre de 1976), Burgos, Aldecoa, 1978; “Extravagante biografía de Santa Beatriz de Silva”, en AIA, 44 (1984), págs. 455-482; Santa Beatriz de Silva e historia de la Orden de la Concepción en Toledo en sus primeros años (1484-1511), Toledo, Convento Casa Madre, 1988; V. García Lobo, “Documentos en torno a la fundación de la Orden Concepcionista. Estudio diplomático”, L. Suárez Fernández “Religiosidad femenina en la época de los Reyes Católicos” y M.ª D. Yánez Neira, “Santa Beatriz de Silva y la Orden Cisterciense”, en La Orden ConcepcionistaActas del I Congreso Internacional, León, Universidad-Monasterio de la Purísima Concepción, 1990, vol. I, págs. 119-140 y 33-38, y vol. II, págs. 159-177, respect.; E. García De Pesquera, “La Orden de la Concepción: su identidad y novedad en los umbrales de la Edad Moderna” y J. García Santos, “La regla de Santa Beatriz de Silva. Estudio comparado”, en I Congreso Internacional de Monacato Femenino en España, Portugal y América (1492-1992), vol. II, León, Universidad, 1993, págs. 173-180 y 181-202, respect.; E. García De Pesquera, Beatriz de Silva y Meneses. Dama de la corte y portaestandarte de la Inmaculada, Madrid, Centro de Propaganda, 1993; M.ª M. Graña Cid y A. Muñoz Fernandez, “La Orden Concepcionista. Formulación de un modelo religioso femenino y su contestación social en Andalucía”, en Las mujeres en la historia de AndalucíaActas del II Congreso de Historia de Andalucía, Córdoba, Universidad, 1994, págs. 279- 298; M.ª M. Graña Cid, “¿Mujeres divinas? Autoría femenina e identidad monástica en los orígenes de la Orden de la Inmaculada Concepción (1484-1526)”, en Miscelánea Comillas, 58 (2000), págs. 117-153; “Vías de divinización femenina. El proyecto inmaculista de Beatriz de Silva”, en XX Siglos, 11, n.º 45 (2000), págs. 54-59; L. Canabal Rodríguez, “Isabel Vázquez: sirvienta de doña Beatriz de Silva”, en AIA, 63 (2003), págs. 713-723; M.ª M. Graña Cid, Beatriz de Silva (c. 1426-c. 1491), Madrid, Ediciones del Orto, 2004; V. M.ª Márquez de la Plata y Ferrándiz, Mujeres renacentistas en la corte de Isabel la Católica, Madrid, Castalia, 2005, págs.183-224.

 

Cristina Segura Graiño


Contamos la historia de estas monjas españolas martirizadas y asesinadas durante la Guerra Civil.

 


Historia de las 14 concepcionistas martirizadas y Beatificadas

Contamos la historia de estas monjas españolas martirizadas durante la Guerra Civil.







Beatriz de Silva y Meneses fundadora de la Orden de la Inmaculada Concepción (Concepcionistas Franciscanas) fue hija de Ruy Gómez de Silva y de Dña. Isabel Meneses.



El sábado 22 de junio de 2019, catorce religiosas mártires concepcionistas han sido beatificadas por el cardenal Angelo Becciuprefecto de la Congregación para las Causas de los Santos. Está previsto que asistan 200 monjas franciscanas concepcionistas de todo el mundo. Contamos la historia de estas monjas españolas martirizadas durante la Guerra Civil.

Memoria martirial

El 15 de enero de 2019, el Papa Francisco firmó el decreto de martirio de María del Carmen Lacaba y de otras 13 religiosas concepcionistas franciscanas. Los trabajos para la beatificación de estas 14 mártires se iniciaron en junio de 2002. La causa diocesana fue clausurada en febrero de 2010.

Diez de ellas pertenecían a la comunidad madrileña del monasterio de San José; dos a la comunidad de Escalona (Toledo), y las otras dos a la de El Pardo (Madrid).


Mártires de San José

En 1936, las monjas del monasterio de San José fueron expulsadas del mismo. Algunas hermanas pudieron refugiarse en un piso de la calle Francisco Silvela, 19. Sin embargo fueron denunciadas en noviembre de 1936 por la portera de un edificio vecino. Los milicianos las detuvieron, subiéndolas en un camión. Nunca más se supo de ellas. Desde el 14 de junio de 1946 se cambió el nombre de la calle Luis Sagasti de Madrid por el de calle de las Mártires Concepcionistas.

Madre María del Carmen Lacaba AndíaIsabel del Carmen Lacaba Andía, nació en Borja (Zaragoza) el 3 de noviembre de 1882. En 1935 fue elegida madre abadesa y en julio de 1936 quiso permanecer con las religiosas más ancianas, una de las cuales estaba inválida. 

Sor María Petra Pilar de los Dolores: Petra Manuela Pairós Benito, nació en Pamplona (Navarra) el 29 de abril de 1864. Maestra nacional, ingresó en Orden de la Inmaculada Concepción el 28 de noviembre de 1887. En 1936 era la madre vicaria del monasterio. 

Sor María Eustaquia de la Asunción: Eustaquia Monedero de la Calle nació en Anaya (Segovia) el 20 de septiembre de 1864. El 28 de febrero de 1887 ingresó como religiosa en el monasterio de San José.  En 1936, quedó a merced de las milicias socialistas de Las Ventas, que la sacaron del piso sin que pudiera valerse por sí misma y bajar las escaleras. Sufrió desamparo, espantosos dolores físicos y un trato soez e inhumano. 

Sor María Balbina de San José: Manuela Balbina Rodríguez Higuera nació en Madrid el 10 de marzo de 1886. Ingresó en el noviciado de las Redentoristas de Vitoria (País Vasco), pero por motivos de salud tuvo que volver a su casa. Una vez recuperada, ingresó en el monasterio de San José el 2 de julio de 1919. 

Sor María Guadalupe de la Ascensión: M.ª de las Nieves RodríguezHiguera nació en 1892 en Madrid. Ingresó en el monasterio de San José con 35 años de edad, hizo la profesión de votos simples el 7 de enero de 1928, recibiendo el nombre de sor Ascensión. 

Sor María Beatriz de Sta. Teresa: Narcisa García Villa nació en Nava de los Caballeros (León) el 18 de marzo de 1908. Ingresó en el monasterio de San José el 17 de junio de 1924. 

Sor María Clotilde del Pilar Campos Urdiales: M.ª del Pilar nació el 4 de junio de 1897 en Valdealcón, localidad del municipio de Gradefes (León). Cuando tomó la decisión de entrar a la vida religiosa, su familia se opuso, pero luchó hasta obtener el permiso y la bendición de sus padres. Ingresó en el monasterio de San José como hermana en abril de 1923. Tomó el hábito el 5 de octubre de 1923, con el nombre de sor Clotilde. 

Sor María del Santísimo Sacramento: Manuela Prensa Cano nació el 25 de junio de 1887 en El Toboso (Toledo). Vivió en Madrid desde los 8 años. Sus padres trabajaron como recaderos del monasterio de San José. Fue religiosa concepcionista franciscana desde el 5 de abril de 1905 y tomando el nombre de sor María del Santísimo Sacramento. 

Sor María Juana de San Miguel: Juana Josefa Ochotorena Arniz nació el 27 de diciembre de 1860 en Arraiza (Navarra). Ingresó en el monasterio como hermana, tomando el nombre de María Juana de San Miguel. 

Sor María Basilia de Jesús Díaz Recio: nació el 14 de junio de 1889 en la aldea burgalesa de Santa Coloma de Rudrón. Ingresó en el monasterio de San José como hermana el 10 de enero de 1921. Practicó el desprendimiento interior y exterior en grado extraordinario, madurando su corazón y su vida, para ofrecerlos al Señor el día de su martirio. 

Mártires de El Pardo (Madrid)

En 1936, las religiosas fueron expulsadas de su monasterioAunque fueron acogidas por varios vecinos, terminaron siendo expulsadas del pueblo, salvo dos hermanas que se refugiaron en la casa familiar del capellán del monasterio. Posteriormente fueron descubiertas en casa de unos bienhechores por los milicianos. Las monjas, que lograron que sus bienhechores fueraon puestos en libertad, fueronn fusiladas en la madrugada del 22 de agosto de 1936 cerca de Vicálvaro. 

El 24 de mayo de 1939, gracias a una fotografía tomada por el sepulturero, los cuerpos de las Mártires de El Pardo fueron trasladados al monasterio de El Pardo. Desde el  28 de noviembre de 2015 sus restos se veneran en el protomonasterio casa madre de Toledo, junto a los de la fundadora de la Orden de la Inmaculada Concepción, santa Beatriz de Silva.

Madre Inés de San José: Inés Rodríguez Fernández nació en Avedillo (Zamora) el 2 de noviembre de 1889. El 14 octubre de 1908 ingresó en las concepcionistas del monasterio de El Pardo, entregándose a la oración. Fue maestra de novicias y en 1935 fue elegida abadesa. 

Sor María del Carmen de la Purísima Concepción: M.ª del Carmen Rodríguez Fernández nació en Avedillo (Zamora) el 28 de octubre de 1895. El 16 de junio de 1914 entró en el monasterio de El Pardo. Era la hortelana de la huerta conventual, humilde, natural y sencilla. 

Mártires de Escalona (Toledo)

En 1936, las monjas de la comunidad de Escalona fueron expulsadas de su monasterio, siendo trasladadas a la comandancia de la localidad, donde las interrogaron y presionaron para renegar de la fe y abandonar la vida religiosa. Fueron encarceladas en una cárcel habilitada en un convento de capuchinas. Fueron fusiladas en octubre de 1936.

Madre María de San José Ytoiz: recién nacida, en 1871, fue puesta en el torno de la casa de acogida de Pamplona (Navarra). Vivió su niñez en dos casas de acogida. En 1893 solicitó el ingreso en el monasterio de la Encarnación de Concepcionistas Franciscanas de Escalona. 

Sor María de la Asunción Pascual Nieto: nació el 14 de agosto de 1887 en Villorobe (Burgos). El 6 de junio de 1909 ingresó en el monasterio de las concepcionistas de Escalona como religiosa de coro y cantora. Ejerció como enfermera, sacristana, tornera y portera. Era muy devota de la Santísima Virgen María en su Inmaculada Concepción, y muy querida por toda la comunidad. En 1936 era la madre vicaria. 

Misas de acción de gracias

En la casa madre de las concepcionistas franciscanas de la Orden de la Inmaculada Concepción (Toledo), se ha habilitado la capilla dedicada a las 14 mártires. Allí se celebrará una Misa de acción de gracias el sábado 29 de junio, a las 11:30 horas, que estará presidida por monseñor José Carballo, OFM. El arzobispo de Toledo, monseñor Braulio Rodríguez, también presidirá una solemne Eucaristía de acción de gracias en la misma iglesia el sábado 6 de julio a las 19:30 horas.