martes, 31 de diciembre de 2019

JUAN RIERA BARTRA (REQUETE CATALAN TANQUISTA)










JUAN RIERA BARTRA
Barcelona, 1913.
Requeté evadido de Barcelona. Conductor de tanques.


Nací en 1913, en el barrio de San Andrés de Palomar, en Barcelona. Fuimos diez hermanos, pero dos murieron de niños y otro hermano más siendo muy joven, así que solo quedamos siete. Éramos una familia era muy religiosa: mi hermano Ramón padecía una enfermedad rara que se llama atrofia muscular progresiva, y que en aquel momento no tenía curación. Todos los años iba de peregrinación a Lourdes acompañado de mis padres y de una hermana para pedir su curación, y el tercer año que iba, con 16 años, murió por camino. Unos días antes, mi madre le dijo: «mira Ramón, me parece que este año no podrás ir porque tienes fiebre y no te encuentras bien», pero él le contestó: «no mamá, tengo que ir que este año seguramente la Virgen me curará». Montó en el tren, y durante el camino, entre Narbona y Carcasona, murió mientras le auxiliaba un jesuita que viajaba en el mismo vagón, y quedó enterrado allí, en Lourdes.

La familia nos habíamos dedicado de siempre a los curtidos; mi abuelo ha había montado a principios de siglo una fábrica de curtidos en San Andrés, que luego tuvo que vender mi padre por una crisis. Sin embargo, al cabo de un tiempo tuvo una oportunidad y alquiló otra fábrica de curtidos con la que continuamos en la misma actividad.

Mi padre en principio no era de ningún partido político, pero tenía un pariente que era muy carlista y después de acompañarle varias veces a mítines, aquello le gustó y se hizo carlista. Era un hombre muy conocido en el barrio, Presidente del Carlismo allí, en San Andrés, y durante varios años fue concejal carlista en Barcelona. En aquellos años los carlistas íbamos juntos con la Lliga Regionalista de Cambó, y en la lista del grupo dejaban dos puestos para concejales carlistas.
Luego, durante la República, el ambiente se fue caldeando, y aunque en el barrio no hubo una persecución religiosa abierta, sí había dificultades. Recuerdo que en una de las elecciones acompañé a mi padre a votar y en el colegio encontramos a un grupo de monjas a los que unos señores de izquierdas no les dejaban votar: «las monjas pues no tienen derecho a votar», decían, y mi padre se les enfrentó: «¿no son mujeres?, pues entonces pueden votar como el resto». No se como acabó la cosa, pero había tensión en la calle.

Como carlistas, estábamos comprometidos con el Requeté de Barcelona, así que el 18 de julio, a la madrugada, nos dieron la orden de que los jóvenes nos concentráramos cerca de la plaza Universidad y los adultos acudieran a los cuarteles de San Andrés. Sin embargo, como yo iba con mi padre y un tío, y vivíamos allí, fuimos los tres al cuartel de San Andrés. Allí nos juntamos gente de Renovación Española y bastantes carlistas. Pasamos muchas horas allí en espera de noticias, sin hacer nada, hasta que pasó un avión y tiró una bomba contra el cuartel, aunque cayó fuera.



DON JOAN RIERA SEÑALADO EN PUNTA TARGA 481
CON SUS COMPAÑEROS DEL TERCIO DE MONTSERRAT



Entonces se decidió ya salir, y el capitán que debía conducirnos al interior de Barcelona, al arengarnos justo antes de salir, para contentar a la tropa, tuvo la idea de gritar “viva la República”, con lo que uno de nuestro grupo de requetés gritó al revés, “muera la República”. Los carlistas quedamos descontentos, dejaron los fusiles en el suelo y dijeron: «por eso nosotros no salimos. No hemos venido aquí a salvar la República». Vino entonces el coronel a intentar arreglar la situación, porque lo hicieron mal; sin hubieran empleado para arengarnos algo que nos contentara a todos, como “viva España”, se podía haber evitado.

A última hora de la tarde, el coronel nos comunicó la situación: «miren, el movimiento de momento está perdido, así que vayan de regreso a sus casas». Mi padre y yo fuimos andando a casa, mientras mi tío cogió andando la carretera porque tenía a la familia veraneando cerca de Barcelona.

Nosotros llegamos a casa, pero a mi tío, que por lo visto le debieron ver salir de los cuarteles, lo detuvieron a por la carretera y lo llevaron al ayuntamiento de Moncada, donde se junto con otros detenidos, entre ellos al jefe del Requeté de Barcelona. Al día siguiente, a la madrugada, se los llevaron en un coche a las afueras del pueblo, entre Moncada y Mollet, muy cerca de Barcelona, les dijeron bajar y les fusilaron junto a la carretera. A mi tío le pegaron un tiro en la cabeza y cayó muerto, pero el Jefe del Requeté de Barcelona tuvo más suerte: una bala le rozó, se tiró al suelo y lo dejaron por muerto. Luego él llegó andando hasta Tarrasa, su pueblo, y después de que le curaran pudo preparar el paso por los Pirineos a la España nacional.

La persecución a los carlistas en Cataluña fue implacable: los que no fueron asesinados acabaron encarcelados o tuvieron que pasar a Francia para salvar el cuello. El caso de Tomás Cailá, el jefe de los carlistas de Cataluña, fue especialmente cruel: lo asesinaron el la plaza de Valls, su pueblo, dejaron el cadáver allí expuesto y avisaron a su madre «para que fuera a buscar a su hijo».

Cuando mi padre y yo llegamos a casa, unos vecinos pasaron a avisarnos de que los milicianos iban a venir a por nosotros, para que nos marcháramos si no queríamos que nos llevaran detenidos. Salimos para Barcelona, a casa de una hermana donde pasamos varios días, hasta que nos dimos cuenta de que tampoco aquel era un lugar seguro. Pasamos entonces a la casa del contable de la fábrica, que tenía doble nacionalidad, francesa y española, con la idea de que quizá por eso estaríamos allí más protegidos.

Aprovechando que mi cuñado era médico y tenía un pase para poder entrar y salir de Barcelona, nos fue sacando de la ciudad de uno a uno, como si fuéramos sus ayudantes, para llevarnos a Moncada, el pueblo donde solíamos pasar el verano. Una vez allí, le salió un trabajo como médico en Santa Pau, cerca de Olot, así que nos trasladamos toda la familia allí. Era un pueblo tranquilo, pacífico y había algún carlista que nos ayudó. Además, para no levantar sospechas nos distribuimos en diferentes casas del pueblo.

Después de estar un mes escondidos en el pueblo, tanto yo como mis dos hermanos, decidimos cruzar a Francia para a zona nacional y poder combatir por nuestras ideas. Buscamos un guía de confianza, cogimos un coche de línea y nos bajamos cerca de la frontera; luego descendimos por una pendiente que conocía el guía ya en dirección a Francia. Por el camino encontramos a unos payeses que, extrañados, nos preguntaron: «¿dónde vais por aquí?», a lo que respondimos: «a cazar». Anduvimos hasta pasar la frontera, y el guía regreso. Una vez allí, nos hicieron un pase para poder ir a Perpinyà, donde nos habían informado que carlista había montado un punto de ayuda para los que nos pasábamos. Nos proporcionó billetes de tren a Irún y nos dio instrucciones.

Una vez que cruzamos a España por Irún los tres hermanos nos presentamos inmediatamente en la oficina de alistamiento de San Sebastián. Pedimos incorporarnos al Tercio de Requetés de Nuestra Señora de Montserrat, como la mayoría de catalanes, pero no fue posible: «lo sentimos, pero ya está cubierto», dijeron. Entonces, mi hermano Ignacio y yo, como teníamos carné de conducir, pedimos ir en taques de combate, mientras que Luis, al ser estudiante de Medicina, entró como sanitario en un batallón.

En cada compañía de nuestra unidad íbamos tres tanques Krupp y otro Maybach, en el que solía ir el capitán, y cada carro tenía una dotación de dos personas: el conductor y el tirador. Cada tanque estaba armado con un cañón o dos ametralladoras en la torreta giratoria, y nuestra función era ir siempre delante del batallón, hacer rutas antes de los ataques para descubrir si había mucha resistencia y a veces proteger a la infantería en los avances. En alguna ocasión oficiales alemanes nos dieron clases sobre cómo manejar los carros y nociones básicas sobre táctica de la guerra con tanques, pero como realmente se aprendía era andándolos.

El blindaje soportaba las balas, pero no las granadas de artillería. Recuerdo que en una ocasión impactó una granada encima de uno de los tanques de nuestra compañía, y la torreta saltó por los aires matando al tirador, un chico joven de Barcelona. Estalló la munición y el conductor también murió carbonizado; mi hermano y yo sacamos los cuerpos y los cubrimos con mantas. Luego los cargamos en una furgoneta camino de Zaragoza, donde debían tener parientes.

Sin embargo, lo más duro para nosotros era el calor. Allí dentro metidos, con el calor que desprendía el motor y el sol sobre la chapa, el ambiente se hacía insoportable.

Nos tocó operar en los frentes de Madrid, Toledo, Teruel y la parte del Ebro. En Teruel recuerdo que no lo pasamos tan mal como otros, porque el motor nos hacía de calefacción y con ese frío iba bien. Luego, a la noche, nos retirábamos a alguna casa y dormíamos entre la paja. A las afueras de Teruel tuvimos acciones fuertes; recuerdo un avance hacia las líneas rojas: crucé con el tanque la zanja de la trinchera de los rojos y entonces levantaron los brazos en señal de rendición.

La única vez que fui herido fue en Villalba de los Arcos, cerca de Gandesa. Aquellos días nos ordenaron apoyar al tercio de Montserrat, que sufrió cantidad de bajas, y como no había tanques operativos para todas las dotaciones nos turnábamos: un día salía yo con el tanque y al día siguiente mi hermano, y yo me quedaba en el pueblo de descanso. Estando en la entrada de una casa, cayó un obús de artillería, y me entró metralla en el pié. Una cosa de poca importancia, pero no me dejaba caminar. Me evacuaron a Zaragoza hasta que la metralla se movió de sitio y no me dio más molestias, tanto es así que todavía llevo aquella metralla en el pie.

También mis hermanos tuvieron suerte y terminaron bien la guerra, únicamente con pequeños sustos. A Ignacio, durante una ruta de inspección, le estalló cerca una bomba y le hizo una herida de poca importancia en la espalda.

Luis tuvo aún más suerte: una noche, mientras dormía con otros tres compañeros debajo de un árbol, comenzó de madrugada un ataque de la artillería roja; cayó una bomba matando a los otros tres, y el único que salvó la vida fue mi hermano.

De aquellos años tengo muchos recuerdo, incluso hice un pequeño librito de memorias sobre mi paso por los tanques. Todavía procuro asistir a todos los actos que organiza la Hermandad del Tercio de Requetés de Nuestra Señora de Montserrat, la unidad que mejor simboliza el espíritu y los motivos por los que combatimos muchos catalanes en aquella guerra, aunque la historia no se acuerde casi de nosotros.  YO SI ME ACUERDO QUERIDO JOAN y TAMBIEN DE AQUELLOS VIA CRUCIS TAN EMOCIOANTES EN "CUATRE CAMINS".



domingo, 29 de diciembre de 2019

EL ASESINO CAPITÁN BAYO SAQUEANDO Y MASACRANDO IBIZA "TERROR EN IBIZA"




EL ASESINO CAPITÁN BAYO SAQUEANDO Y MASACRANDO IBIZA 

"TERROR EN IBIZA"


18.09.2016 | 05:30

Acomodados ya en Cas Felius al escapar de la ciudad, en aquel trágico mes de agosto de 1936, se empezaron a avistar con cierta frecuencia aviones republicanos sobre la isla. Algunos arrojaban terroríficas proclamas, lo que derrumbaba nuestra moral infantil por imaginarnos sangrientos bombardeos y feroces combates que pudieran afectarnos. A nuestros mayores, sobre todo a mi abuela, lo que les preocupaba era que se trastocara el orden establecido. Octogenaria y tutora legal de nuestra hermandad huérfana, a su cuidado, le angustiaba que, como había ocurrido en la Rusia soviética, pudiera el Estado apropiarse de las tierras que teníamos, lo único con lo que podía sacar adelante a los cinco hermanos.

Temía, también, que pudiera llegar a ser realidad lo que a gritos propugnaban los anarquistas desde el balcón de la Casa del Pueblo, inmediata a nuestra vivienda en la ciudad: la tierra para quien la trabaje.


El capitán Uribarry, que se unió desde Valencia a la expedición "republicana" Anarco Marxista de Alberto Bayo a Ibiza, saluda a unas mujeres ibicencas bajo la escalera del muro de Ibiza. 

Igualmente le inquietaban los disparates que oía y leía sobre posibles reformas agrarias que iban mucho más lejos de la que había aprobado la República en septiembre de 1932, que era inaplicable en Ibiza. No solo porque aquí no se daban latifundios ni minifundios, oligarquía rural, ni proletariado campesino, sino porque la superficie mínima de las fincas legalmente expropiables era enormemente superior a la más grande de las ibicencas ya que, para que cupiera la expropiación, era preciso que un propietario tuviera entre 100 y 750 hectáreas de tierra, según el cultivo, en un solo municipio. Pero como que para muchos políticos o aspirantes a serlo –y más si son o quieren parecer revolucionarios–, donde no hay problemas hay que crearlos, también se predicaban aquí las disparatadas propuestas imposibles de aprendices anarquistas o comunistas. Difícilmente podían convencer a un campesinado de pequeños propietarios y mentalidad conservadora o a unos mayorales de buenas fincas que, en cierta forma, podían considerarse unos privilegiados.


Proclamas terroríficas
Las dos proclamas más terroríficas que se lanzaron sobre Ibiza lo fueron los días 7 y 8 cuando ya la columna de Bayo-Uribarry habia decidido la ocupación de la isla. Seguidamente, y para que no se pierda la memoria de las mismas, voy a incluir un extracto de la primera y la totalidad de la segunda.

«Guarnición de Ibiza. Pueblo de Ibiza. Sobre vosotros vuelan los aviones de bombardeo de la República.
Frente a vuestras costas esta dispuesta la escuadra republicana en línea de combate. De vosotros depende que comience, implacablemente, el castigo. Si una ceguera suicida os impide comprender vuestro error, reduciremos inexorable a escombros las casas que habitáis y arrasaremos vuestros campos en los que han fructificado la traición y el engaño. No queremos ruinas. No queremos sangre. Os estimamos como hermanos y como españoles y proletarios que sois. La República no es cruel, sino justiciera y humana. Rendíos ibicencos. Capitulad soldados. Os rendís no a la fuerza brutal, sino a la ley y al derecho, Capituláis no ante el enemigo, sino ante la República, ante la libertad, ante España (...) ¡Por vuestros hijos, por vuestros hogares, por vuestra Patria, por la República: rendíos! Si no izáis la bandera blanca, abriremos el fuego sobre la isla. Ibicencos: ¡Viva la República! Viva la Libertad!».
No era broma, el 7 de agosto la columna de Bayo-Uribarry desembarcó sin resistencia en Formentera. Su tarjeta de visita fue la de incendiar de entrada las tres iglesias de la isla. Por la tarde pensaban ocupar Ibiza a cuyo efecto los destructores ´Almirante Miranda´ y ´Almirante Antequera´ fondearon al mismo pie de las murallas, ya que los rebeldes no disponían de artillería, e intentaron parlamentar, pero al acercarse al puerto los parlamentarios, la ráfaga disuasoria de una ametralladora emplazada en el baluarte de Santa Tecla, disparada al parecer por error, hizo volver sobre sus pasos al bote que trasladaba a los parlamentarios. Inmediatamente, los dos destructores iniciaron un serio bombardeo sobre el castillo, secundado por los aviones que también lo bombardearon. Muchos de tales proyectiles pasaban por encima de su objetivo y caían por el centro de la isla. Nosotros, más que aterrorizados, nos refugiamos tras el enorme tronco de un algarrobo centenario que había en el huerto y, abrazados y llorosos, esperábamos rezando incoherentemente una muerte que creíamos inminente pues el silbido que dejaban los proyectiles al pasar por encima de nuestras cabezas era verdaderamente escalofriante. Los destructores se volvieron a Formentera para pasar la noche.
Irritado el capitán Bayo por la resistencia encontrada, se dirigió a las escuelas donde se hallaban detenidos lo presuntos fascistas y, sacando a un sacerdote, don Juan Torres Torres, y a un exmilitar, don Lucas Ramón Cardona, los hizo fusilar en la Savina y arrojar sus cadáveres al mar, en represalia por la resistencia hallada en Ibiza.



La segunda proclama era aún más espantosa que la primera, y recuerdo perfectamente que cuando la leí, después de ardua persecución por los campos, me eché a llorar de puro miedo y regresé rápidamente a casa para enseñarla. Decía así:
«Soldados Si dentro de una hora no habéis izado la bandera blanca y enviado un parlamentario a la Escuadra que se acerca, arrasaremos la isla con intenso bombardeo por mar y aire. El Gobierno de la República ha licenciado a todos sus soldados. No tenéis por qué obedecer a vuestros oficiales rebeldes; si no se rinden, matadlos; el Gobierno de la República os autoriza para todo. Avisamos a la oficialidad facciosa, que si suena un solo tiro contra estas fuerzas del Gobierno, fusilaremos a todos los jefes y oficiales sin excepción. ¡Viva la República! ¡Viva España republicana!».
Al leerla en casa el desánimo fue total. Hubo lloros y gimoteo. Se tradujo a los mayorales. Por las casas vecinas empezaron a verse banderas blancas. De acuerdo con los mayorales, se decidió ponerla también en la nuestra; se buscó un largo palo y con un trozo de sábana la pusimos acobardados. La izó Pep con maestría, atando el asta apocada a la recia chimenea.
Después de conquistada la Isla de Ibiza y Formentera por las fuerzas rebeldes de Mallorca, el comandante militar da cuenta al General Franco Jefe del Ejercito del Sur del resultado de la operación. la consabida táctica marxista.
Para conocimiento de toda España y de todos, se da a la publicidad el radiograma del comandante militar de Baleares al ser reconquistadas la tranquila y pacifica Isla de Ibiza por las tropas Nacionales:
De Baleares para Cáceres. Urgentísimo, numero 418. Recibido a las 5,30 h., 22 de septiembre de 1936. Comandante militar de Baleares a General Ejercito del Sur Franco:

"Reconquistada la isla de Ibiza en su totalidad por las tropas del ejercito, y las milicias de la Legión de Mallorca, Falange, Requetés y de Acción Popular y Renovación Española y Aviación, tengo el sentimiento de comunicarle la triste impresión que a todos nos produjo la desolación en que la sumieron las HORDAS comunistas y separatistas de la Generalitad de Cataluña y de Valencia. Al llegar nuestras tropas, la Capital había sido por completo abandonada; las gentes, atemorizadas a la vista de los crímenes cometidos por los rojos, huyeron al monte, donde pasaron hambre y privaciones. Profanaron las Iglesias; todas las casas de las gentes de orden, los bancos y establecimientos públicos fueron saqueados, robadas todas las joyas con que se adornaban las mujeres y algunas de ellas atropelladas. Solo el capitán Bayo se llevo mas de dos millones de pesetas, después de asesinar a los Jefes y Oficiales del Ejercito y clases de la Guardia Civil, así como paisanos, en numero de 20. Detuvieron a mas de 150 personas que hacinaron en el Castillo, privándolas de lo mas indispensable.

Basto la presencia de nuestra aviación , que averió algunas embarcaciones que tenían en el puerto los rojos, así como el temor de que efectuáramos un desembarco, para que estos, con un pánico tremendo, desembarcaran a toda prisa en Valencia, no sin antes cometer la vileza de cometer el ultimo saqueo de todas las viviendas, destrozando los muebles y ropas que no pudieron llevarse y con bombas de mano y ametralladoras asesinaron a todos los presos del castillo, excepto un cortísimo numero de ellos, que,  
en la desesperación, con los banquillos de las camas rompieron los barrotes de la prisión y se arrojaron por una ventana de 15 metros de altura, siendo recogidos heridos y muertos.

Estos asesinos, antes de partir, dijeron que infligían este castigo a Ibiza para vengarse de la derrota sufrida en Mallorca, donde tuvieron mas de dos mil bajas, y abandonaron todo el material. Triste y aleccionador contraste con lo que dijeron a su llegada, de que eran portadores de la cultura, de la civilización y de las libertades ciudadanas. Así es como procede esta horda de criminales. Esto convencerá al mundo de lo que encierra el Gobierno Legal de Madrid, y a que especie de criminalidad auxilian quienes ayudan directa o indirectamente  a dicho Gobierno.

ABC de Sevilla 23 de Septiembre del 1936


  

jueves, 26 de diciembre de 2019

REQUETES VOLUNTARIOS EN LA MARINA DE GUERRA REBELDE (HUNDIMIENTO DEL BALEARES)




REQUETES EN LA MARINA DE GUERRA
NACIONAL ANTIMARXISTA

Margaritas de Soller (Mallorca) con requetes voluntarios  VIZCAINOS del crucero Baleares hundido por la escuadra marxista










AGUSTINA SIMON (Fue fusilada por la chusma ROJA junto con los Requetés EN BELCHITE y enterrada con ellos en la misma fosa).





AGUSTINA SIMÓN 
"Margarita de la Tradición y Enfermera" 
NUESTRA HEROÍNA y SANTA
Batalla de Belchite

Fue fusilada junto con los Requetés y enterrada con ellos en la misma fosa.


"NO ME SEPARO DE MIS REQUETÉS"


¡NO QUIERO NADA CON LOS ENEMIGOS DE DIOS Y DE MI PATRIA!


AGUSTINA SIMÓN "Margarita de la Tradición" NUESTRA HEROÍNA Y SANTA

Heroína, émula de Agustina de Aragón, Aragonesa También, MARGARITA de Zaragoza, que estaba de enfermera en el Seminario de Belchite, convertido en Hospital, y que en la HEROICA defensa del mismo hicieron los Requetés Aragoneses del Tercio de los Almogávares fue hecha prisionera. Estaba vestida ya de forma andrajosa, como el resto de los defensores, de manera que nadie podía averiguar que pudiera ser mujer, pues sus ropas femeninas habían sido convertidas en ventajes para los heridos. Llevada en un camión con los prisioneros, que no habían querido rendirse sino reducidos a la fuerza, fue fusilada junto con los Requetés y enterrada con ellos en la misma fosa. Aseguran que el enemigo le ofreció la vida a cambio de sus servicios como enfermera, pero ella rechazó la oferta diciendo. "NO ME SEPARO DE MIS REQUETÉS". No quiero nada con los enemigos de Dios y de mi Patria.

La Margarita de la Tradición Agustina Simón tuvo ocasión de volver a su casa, pero despreciando el porvenir que su juventud le ofrecía, se quedó firme en el puesto de peligro, inmolándose en el altar de sus inmortales creencias, pero fue fusilada ¿NO SE QUE MAL HUBIERA PODIDO HACER UNA ENFERMERA?, con sus Requetés.  En el momento del fusilamiento por las tropas ROJAS extranjeras fue ella quien grito 

¡VIVA ESPAÑA Y VIVA CRISTO REY!.

AGUSTINA SIMÓN TU SERÁS SANTA Y VIVIRÁS PARA SIEMPRE EN LOS ALTARES DE ARAGÓN Y ESPAÑA


miércoles, 25 de diciembre de 2019

NO PASARAN DECÍAN LOS MARXISTAS ¡YA HEMOS PASAO GRITAMOS LOS REBELDES!






¡NO PASARAN
GRITABAN LOS MARXISTAS!




¡YA HEMOS PASAO DECIMOS LOS FACCIOSOS!
¡YA HEMOS PASAO GRITAMOS LOS REBELDES!
¡YA HEMOS PASAO Y ESTAMOS FRENTE AL PRAO!



Fuente: http://www.fnff.es
¿Pero que ejercito se enfrenta entre si a guerra abierta y con miles de muertos desde el comienzo de la CONTIENDA? PUES SIMPLEMENTE UN EJERCITO DE JEFECILLOS VARIADOS Y ENFRENTADOS ENTRE SI Y LLENOS DE ODIO LOS UNOS A LOS OTROS.

El 28 de marzo de 1939 fue liberado Madrid. Horas y hasta días antes, el frente no tenía actividad alguna: los soldados del frente popular salían de sus trincheras con banderas blancas y confraternizaban con los Nacionales. Sus jefes les ordenaban, pistola en mano, que volviesen a sus posiciones, pero nadie les hacía caso. Se cambiaban tabaco y papel de fumar, cantaban y daban vivas a España.


Un día antes del citado 28 de marzo, las tropas rojas con sus jefes a la cabeza se habían entregado al General Eugenio Espinosa de los Monteros y Bermejillo, que con las tropas de los Coroneles Eduardo Losas, Joaquín Ríos Capapé y Caso cercaban Madrid, pero no entraron hasta el día 28. Fue el Coronel republicano Adolfo Prada Vaquero quien rinde Madrid al Coronel Eduardo Losas, jefe de la 16ª División entre las ruinas del Clínico.
Los falangistas de la 5ª Columna sobrevivientes a la masacre realizada en la capital de España por los rojos, se hicieron con la ciudad. Montados en camiones y agitando Banderas Nacionales, Banderas de Falange y también del Requeté recorrían las calles gritando “¡Franco, Franco, Franco! ¡Arriba España!”. En poco tiempo, otros grupos de jóvenes, la mayoría refugiados en embajadas, se unieron a los falangistas y ocuparon los centros más importantes, como el Cuartel General del Coronel Casado, los talleres de prensa, los transportes urbanos, el Ministerio de Marina (que ya sabemos que era una prisión repleta de nacionales), el Ministerio de la Guerra, las emisoras de radio, los depósitos de armas, el Palacio de Comunicaciones, etc. Los grupos de patriotas aumentaron poco a poco hasta convertirse en una multitudinaria manifestación.
Los milicianos y milicianas abandonaron las armas y huyeron a esconderse en masa. Los balcones y ventanas se llenaron de Banderas Nacionales y de la Falange, confeccionadas en la clandestinidad por las bravas mujeres de la Sección Femenina.
Es de justicia resaltar a las mujeres de “Auxilio Azul”, organización creada por María Paz Martínez Unciti, a la que asesinaron con tan sólo 18 años, cuando acompañaba a un perseguido a la Embajada de Finlandia. Los mataron a los dos. Su hermana Carina continuó su labor. “Auxilio Azul” era una organización falangista compuesta por mujeres de todas las clases sociales, que socorría a los perseguidos desde antes de la Cruzada, pues ya habían sido encarcelados cientos de falangistas. Ellas falsificaban cartillas de abastecimiento; cédulas personales en blanco; documentos falsos de partidos, sindicatos, etc.; certificados con sus sellos y firmas correspondientes; oficios legalizados perfectamente y en blanco del Cuartel General de Carabineros… y en los Servicios de Investigación Militar lograron colocar a dos militantes falangistas, una en los ficheros y otra en la oficina de detenciones. Llegaron a ser 6.000. Y fueron ellas las que a lo largo de los meses de guerra confeccionaron más de 10.000 banderas que fueron las que se pudieron colgar en las ventanas y balcones el 28 de marzo, cuando Madrid fue liberado entre el entusiasmo y la alegría de sus habitantes. “Auxilio Azul” hasta tenía organizados Servicios Sanitarios, un laboratorio farmacéutico y asistencia espiritual, con varios Sacerdotes. Existe un libro fundamental de Tomás Borrás, titulado Seis mil mujeres, donde se cuentan todos los pormenores referentes a esta formidable Organización.
Una gran multitud de personas agitando banderas avanzaba por la calle de Argüelles y por la de Abascal para encontrarse por el camino con las Fuerzas Nacionales. Joaquín Ríos Capapé entró con la Bandera de Marruecos por Vallecas, hacia la Plaza de Manuel Becerra. El Coronel Caso por el camino de Usera para llegar a los barrios de Toledo, Delicias, Santa María de la Cabeza y las Rondas. Eduardo Losas lo hizo, por su parte, por la Ciudad Universitaria. Fue el paroxismo. Madrid se volvió loco de alegría… Se acababa el hambre, el frío, el miedo, la miseria, el terror rojo…
El falsario y manipulador Paul Preston, en su libelo Franco, Caudillo de España, miente así: “El 27 de marzo los nacionales entraron en Madrid en medio de un silencio fantasmal”. Dicho libelo, se vendió mucho, pero fue a franquistas y personas decentes, que ante el gran título y la bonita portada, no sabían que estaban dándoles gato por liebre; fue mercancía de contrabando. Es la típica utilización de la mentira, que es de lo que saben vivir estos desvergonzados. Así han actuado siempre: tergiversando y enfangándolo todo.
Hay que decir que a finales de febrero, Negrín, que había huido a París al producirse el hundimiento del frente de Cataluña, regresó a España junto a dos ministros de su gobierno, José Giral Pereira y Francisco Méndez Aspe, y con ellos algunos mandos del ejército rojo, casi todos del Partido Comunista, entre ellos Enrique Líster Forján, que originariamente se llamaba Jesús Liste Forján. Pretendían continuar la resistencia, ya que esperaban la llegada de armamento y ayuda soviética a cambio de los cuadros del Museo del Prado depositados en Ginebra. El subjefe de la Región Centro, militar de profesión, aunque masón, Segismundo Casado, convencido de que la guerra la tenía perdida, y para evitar más derramamiento de sangre, inicia los contactos para la rendición. La noticia llega a oídos de Negrín, que convoca en Albacete una reunión de jefes militares para convencerlos de la conveniencia de continuar la contienda, lo que era la tesis comunista, refiriéndose a la inminente guerra mundial que les favorecería.
Segismundo Casado, el general José Miaja Menant y Julián Besteiro Fernández, entre otros, no estaban de acuerdo y organizaron un “Consejo Nacional de Defensa” para oponerse al gobierno de Negrín. Respondió éste nombrando a Miaja Inspector General del Ejército Rojo, cargo nominal, pues el verdadero mando operativo se lo encargó a Juan Modesto Guilloto, al que nombró General, y también a Líster, Valentín González y González El Campesino y a otros comunistas.
El 17 de marzo de 1.939, mientras inician negociaciones con el Cuartel General del Generalísimo Francisco Franco, Miaja y Casado advierten avergonzados, (¡tres años después!), que llevan en el uniforme la estrella rusa comunista roja de cinco puntas. Mediante un decreto firmado por los dos la suprimen de los uniformes y prendas de cabeza.
Las tropas comunistas del 1er Cuerpo de Ejército de Negrín, al mando del Teniente Coronel Luis Barceló Jover, entran en Madrid y ocupan las Plazas de Manuel Becerra y la Puerta de Alcalá, no sin tener duros enfrentamientos y de fusilar a seguidores del Coronel Casado. En el Ministerio de la Guerra, hacen prisioneros a algunos jefes y oficiales de Casado y, sin formarles juicio, también los fusilan. Ya se creían dueños de la situación y se aprestaban a asaltar el Banco de España, en cuyos sótanos se encontraban los hombres fuertes y el propio Segismundo Casado, cuando desde Guadalajara se presenta en Madrid, al frente de una gran columna, el anarquista Cipriano Mera Sanz, al que se le une una gran parte del ejército republicano procedente de Levante y de Extremadura.
Los comunistas de Negrín pierden la pequeña guerra civil dentro del bando rojo y se tienen que retirar. El coronel Casado, por su parte, ordenó fusilar a todos los prisioneros, incluido el teniente coronel Barceló. Aquí comenzaron las negociaciones para la rendición. Tomada Madrid por las tropas nacionales, la huida de millares de soldados y milicianos rojos en total desorden fue desesperada. Unos tomaron dirección hacia Albacete, otros hacia Alicante y Almería. Las autoridades rojas de esos puertos de mar amenazaron a los barcos allí fondeados con cañonearlos si no abandonaban inmediatamente los citados puertos. Intentaban impedir que subieran a los barcos los huidos. Apenas pudieron hacerlo algunos afortunados. Fue vergonzoso, ni siquiera con los suyos tuvieron piedad. La maldad más brutal, el egoísmo y la soberbia eran los que mandaban.
Conquistada Madrid, los Ejércitos Nacionales avanzaron por los alrededores de la capital y se dirigieron hacia Aranjuez, Buitrago, Cuenca, Albacete y el Ejército del Sur por Granada y Cartagena. En esta última ciudad, cerca de mil hombres, náufragos y supervivientes del barco Castillo de Olite, se hicieron con el control de Cartagena. Mientras, otra parte del Ejército libera Sagunto, Segorbe, Córdoba, Jaén, Baeza, Úbeda, Jódar, Guadix, Baza… y desde Baza se envía un destacamento en ayuda de los Marinos de Almería. Antes de ser liberada, Almería se pone “A las órdenes de Franco”. Y el Ejército es recibido como liberador. Pero en sus muelles los últimos combatientes rojos organizados, una División con todo su armamento, se agolpan queriendo huir.
El general Antonio Aranda Mata entra triunfante en Valencia; el general José Enrique Varela Iglesias ocupa Requena, y el general José Moscardó Ituarte hace lo propio en Minglanilla y Contreras.
El día 1 de abril de 1939, a primera hora de la tarde, Franco firma su único Parte Oficial de Guerra, el último: “En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército Rojo, han alcanzado las Tropas Nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado. Burgos 1º de abril de 1.939. Año de la Victoria. El Generalísimo Franco”.

lunes, 23 de diciembre de 2019

“Escupe o te mato”. El primer mártir menorquín SACERDOTE DE 23 AÑOS Rdo. JUAN HUGUET Y CARDONA










No puedo apartar de mi mente a aquel joven sacerdote que yo maté






“Escupe o te mato”. El primer mártir menorquín

Entre las víctimas beatificadas del 23 de julio, destaca el caso del sacerdote menorquín Rdo. Juan Huguet y Cardona, de 23 años y natural de Son Sanxo, Alaior (Menorca), era el mayor de los cuatro hijos de un matrimonio de campesinos y desde niño quiso ser sacerdote. Ordenado diácono el 20 de marzo de 1936 por el obispo Irurita de Barcelona, el mismo prelado que moriría en la guerra lo ordenó sacerdote el 6 de junio y presagió al predicar a los diáconos que ordenaba que “estáis destinados a la muerte y al sacrificio”. Huguet celebró su primera misa solemne el 21 de junio, fiesta del Sagrado Corazón, en su localidad de residencia, Ferreries (en la mitad occidental de Menorca, a escasos 20 km de Ciudadela). Según su madre, solo tras el asesinato de Calvo Sotelo el 13 de julio hizo el sacerdote una referencia a la política: “No se donde vamos a parar, la cosa se enreda mucho”.

En la isla, fracasado el alzamiento militar, se instauró el poder revolucionario el día 23, día en que Huguet celebró misa en la capilla del Santísimo Sacramento, ayudado por un monaguillo de seis años que contó a su madre haber visto, cuando el sacerdote alzaba el cáliz, la figura de un joven vestido de blanco con los brazos en cruz al que tres personajes amenazaban con apedrear. Esta mujer corrió a contar a la madre del sacerdote este suceso, que con el tiempo se asociaría a la devoción a San Esteban, presente en Menorca desde la antigüedad, ya que, según una carta del obispo Severo, reliquias de ese primer mártir cristiano llegaron a la isla en el siglo V.
Esa tarde, según declaró su madre Eulalia Cardona Triay, dos milicianos y un soldado -guardias de asalto, según el padre, Francisco Huguet Villalonga- llegaron al domicilio de Huguet para llevarle al ayuntamiento. El sacerdote se despidió de su madre y sus hermanos Vicente y María: “Adiós, si no nos hemos de volver a ver”. Al llegar, había varios detenidos más, entre ellos un sacerdote. Al registrar a Huguet, aparecieron un crucifijo y una medalla, y el sargento Pedro Marqués Barber, que se hacía llamar “comandante militar de Menorca”, los sostuvo a la altura del rostro del sacerdote exigiéndole:

-Escupe ahí, escupe ahí, que si no te mato.

Huguet negó con la cabeza, después alzó los ojos, extendió los brazos en cruz y exclamó:

-¡Viva Cristo Rey!
Sin mediar palabras, el comandante le disparó dos tiros a la cabeza. El sacerdote moribundo fue colocado sobre una cama de la vivienda del conserje, donde acudieron sus padres y otras personas, como el médico Jaime Borras. Se le administró la unción de enfermos y murió hacia las 21 horas sin haber recobrado la conciencia. Su padre, ayudado por otras personas, trasladó el cuerpo al domicilio familiar, donde su madre lo revistió con los ornamentos sacerdotales de su primera misa. A su entierro acudieron muchos, también izquierdistas. Marqués fue ejecutado en la posguerra, y había confesado:
-No puedo apartar de mi mente a aquel joven sacerdote que yo maté.

Dado que Huguet será, a partir del 13 de octubre de 2013, la primera de las víctimas de la guerra en Menorca beatificada, valdrá mencionar someramente el resumen que sobre la persecución religiosa en dicha isla hizo el obispado (Legajo 1459, expediente 7, folios 10 a 24, de la Causa General). Para el clero menorquín, resultaron fatídicos los días 18 y 19 de noviembre de 1936, en que fueron asesinados, respectivamente, 22 sacerdotes en Cala-Figuera (Mahón) y 15 (en su mayoría del clero catedralicio) en Villa-Carlos. Además, fueron asesinados en Barcelona dos sacerdotes menorquines: el rector del seminario (Pablo Brunet Torrents, 8 de agosto) y el salesiano José María Castell Camps (28 de agosto; beatificado en 2001).

Entre los “seglares de Menorca inmolados principalmente por su marcada significación religiosa” destacan, según esa información, Gerardo Conforto Thomás, “presidente de la Juventud de Acción Católica de Mahón, fusilado en la fortaleza de la Mola el día 3 de agosto de 1936”; José Anglada Marqués, odontólogo de Ciudadela, “presidente de la Unión Diocesana de Acción Católica y celoso e incansable propagandista”, asesinado en la carretera de Ferreries el 13 de agosto; Mateo Segui Carreras, farmacéutico de Mahón fusilado el 18 de noviembre en Cala-Figuera; y Antonio Carreras Pons, joyero de Mahón, asesinado el 19 de noviembre en Villa-Carlos.
Juan Victory, alcalde de Mahón, resumía así el 21 de febrero de 1942 las vicisitudes políticas de la isla (Causa general, legajo 1458, expediente 26, folio 24): “Al dominar la tarde del 20 de julio de 1936 los marxistas (sic) la isla de Menorca, se implantó un régimen de completa anarquía a medida que se recibían consignas de la península, persiguiendo con odio y venganza a toda persona de orden. Inmediatamente se hizo cargo del Gobierno Militar el brigada de Infantería Pedro Marques Barber, ordenando la detención de todos los señores jefes y oficiales del ejército como de la Marina, y de un considerable número de personas de significación derechista y católica, a los que se despojó de sus bienes y fueron objeto de toda clase de injurias y malos tratos de obras, asesinando después a mansalva a la mayoría de ellos en la Fortaleza de la Mola en la misma celda donde estaban detenidos y en el patio colindante con la misma” (3 de agosto de 1936). Meses después, pasó a ser gobernador militar el “maquinista de la Armada” Nicanor Menéndez Casanova, hasta finales de 1936, cuando le sustituyó “el coronel de la artillería de la escala activa José Brandaris de la Cuesta, que vino de la península. Durante el mandato de Nicanor Menéndez como Gobernador Militar tuvieron lugar los horripilantes asesinatos en el muelle de Calafiguera y Cementerio de Villa-Carlos de un gran número de militares, paisanos y sacerdotes que estaban detenidos en el vapor Atlante, dichos actos sangrientos fueron permitidos y corroborados por el entonces comandante militar ya que hasta incluso presenció personalmente dicho salvajismo.
Al hacerse cargo de dicho Gobierno Militar José Brandaris de la Cuesta, puso algún coto a la anarquía que desde el 20 de julio reinaba en esta casa, pero en cambio abortó el complot nacionalista que un grupo de personas derechistas y de orden, entre ellas algunos militares, se fraguaba para el mes de mayo de 1937, ordenando inmediatamente la detención y encarcelamiento de todos cuantos estaban comprometidos en el mismo, cuya cárcel fue la del vapor Atlante surto en este puerto. Algunos de ellos fueron condenados por el tribunal popular a la última pena, a los que se les conmutó por la de cadena perpetua, y juntamente con los demás condenados fueron llevados a Barcelona y destinados a los batallones disciplinarios de Cataluña donde fallecieron la mayoría de ellos debido a los malos tratos sufridos”.
Volviendo a la documentación del obispado, tras enunciar las destrucciones registradas en iglesias y conventos, concluye afirmando que “la revolución roja en Menorca tuvo un carácter especialmente iconoclasta. Ni una imagen quedó indemne de las numerosas iglesias, capillas y oratorios de la isla. Incluso fueron derribadas en su totalidad las cruces de término, algunas muy antiguas y de no poco valor artístico. Igualmente fueron destrozadas metódicamente las efigies del Sagrado Corazón de Jesús que aparecían en las fachadas de muchísimas casas de Ciudadela.
Prueba del ensañamiento con que se destruyó todo lo referente a las iglesias es la profanación de las tumbas de sacerdotes ilustres, existententes en la cripta de la catedral.
Cuando fue saqueada esta, el día 27 de julio de 1936, los rojos perpetraron horrendas profanaciones de la Eucaristía y remedaron sacrílegamente algunas funciones del culto sagrado”.
El mismo día murieron en Toledo Pedro Ruiz de los Paños y Ángel, de 54 años y natural de Mora (Toledo), director del Instituto de Sacerdotes Operarios Diocesanos, y el sacerdote secular y rector del seminario menor de Toledo, José Sala Picó, de 48 años y natural de Pons (Lérida, ver artículo del 24 de junio).
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domingo, 22 de diciembre de 2019

EN NOMBRE DE LA "LIBERTAD Y DEMOCRACIA" LOS MILICIANOS DEL "ESTAT CATALA" DE BAYO MASACRARON TODO LO VIVIENTE EN IBIZA Y MENORCA




DIARIO DE LOS CRÍMENES DE LA "UNIÓN" DE REPÚBLICAS SOCIALISTAS ESPAÑOLAS
(EL CASO DE LAS MASACRES DE MENORCA E IBIZA)




La mejor forma de describir el Estado Español en aquel tiempo es el de un un montón de Repúblicas independientes

El propio Azaña, presidente de la República, escribió:
“… había gobiernitos de cabecillas independientes en Puigcerdá, La Seo, Lérida, Fraga, Hospitalet, Port de la Selva, etc. Debajo de eso, la gente común, el vecindario pacífico, suspirando por un general que mande, y que se lleve la autonomía, el orden público, la FAI en el mismo escobazo”.
Añade también Azaña, presidente de la República: 
“… Cuando empezó la guerra, cada ciudad, cada provincia quiso hacer su guerra particular. Barcelona quiso conquistar las Baleares y Aragón, para formar con la gloria de la conquista, como si operase sobre territorio extranjero, la gran Cataluña. Vasconia quería conquistar Navarra; Oviedo, León; Málaga y Almería quisieron conquistar Granada; Valencia, Teruel; Cartagena, Córdoba. Y así otros. Los diputados iban al Ministerio de la Guerra a pedir un avión para su distrito, “que estaba muy abandonado”, como antes pedían una estafeta o una escuela. ¡Y a veces se lo daban!  En el fondo, provincianismo fatuo, ignorancia, frivolidad de la mente española, sin excluir en ciertos casos doblez, codicia, deslealtad, cobarde altanería delante del Estado inerme, inconsciencia, traición.  La Generalidad se ha alzado con todo. El improvisado gobierno vasco hace política internacional.  En Valencia, comistrajos y enjunques de todos conocidos, partearon un gobiernito. En Aragón surge otro, y en Santander, con ministro de Asuntos Exteriores y todo. ¡Pues si es en el ejercito! Nadie quería rehacerlo, excepto unas cuantas personas, que no fueron oídas. Cada partido, cada provincia, cada sindical, ha querido tener su ejército. En las columnas de combatientes, los batallones de un grupo no congeniaban con los de otro, se hacían daño, se arrebataban víveres, las municiones….. “
“En Valencia, todos los pueblos armados montaban grandes guardias, entorpecían el tránsito, consumían paellas, pero los hombres con fusil no iban al frente cuando estaba a quinientos kilómetros. Se reservaban para defender su tierra. Los catalanes en Aragón han hecho estragos. Peticiones de Aragón han llegado al gobierno para que se lleve de allí las columnas catalanas. He oído decir a uno de los improvisados representantes aragoneses que no estaba dispuesto a consentir que Aragón fuese “presa de guerra”…. En los talleres, incluso en los de guerra, predominaba el espíritu sindical. Prieto ha hecho público que mientras en Madrid no había aviones de caza, los obreros del taller de reparación de Los Alcázares se negaban a prolongar la jornada y trabajar los domingos….Después del cañoneo sobre Elizalde, en Barcelona, no quieren trabajar de noche. Valencia estuvo a punto de recibir a tiros al gobierno cuando se fue de Madrid. Les molestaba su presencia porque temían que atrajese los bombardeos. Hasta entonces no habían sentido la guerra. Reciben mal a los refugiados porque consumen víveres. No piensan que están en pie gracias a Madrid.” (“Velada en Benicarló”, Azaña).

Masacres del "Gobierno"  Frentepopulista  mal llamada II Republica" ¡QUE REPITO HASTA EL INFINITO, QUE ERAN INFINITAS REPÚBLICAS muy mal relacionadas" en Manorca e Ibiza
Ibiza (Baleares)
.-  La isla es tomada por los milicianos con lo que se fusila a los jefes militares y a muchos civiles de derechas, se destruyen y saquean la Catedral, y las iglesias de las Monjas Agustinas, Santo Domingo, San Salvador y el colegio de la Consolación, así como el Seminario.
 Ibiza (Baleares)
.- El teniente de la Guardia Civil Diaz Lardier es puesto en libertad sin cargos como treta para nada más salir asesinarlo los milicianos en el muelle.
Ibiza (Baleares)
.- Los milicianos que habían tomado la isla huyen, pero a las 9 de la noche deciden primero asesinar a los presos militares y derechistas. Los encerraron en una sala del castillo y los ametrallaron desde las puertas y las ventanas arrojándoles al tiempo bombas de mano.  Murieron 96 personas indefensas.  Varios lograron huir por una ventana que pudieron romper. Durante la semana que tuvieron la Isla, los milicianos republicanos asesinaron a un total de 115 personas (solo en una semana!).

  
Menorca (Baleares)
.- Asesinado el salesiano José Castell Camps (nacido en Ciudadela, Menorca, el 12.10.1902. Salesiano en 1918, sacerdote en 1927).
 Mahón, isla de Menorca (Baleares)
.- Fusilado el general Bosch (comandante militar de la isla), nueve oficiales y tres estudiantes dos eran sus hijos menores de edad.
Mahón (Isla de Menorca, Baleares)
.- En la fortaleza de La Mola son asesinados 90 jefes y oficiales, primero ametrallados en el patio y después buscados por todos los rincones.
Mahón (isla de Menorca, Baleares)
.- Milicianos y suboficiales republicanos entran en el barco prisión Atlante, sacan del buque y en el mismo muelle asesinan a 50 detenidos (militares, civiles y sacerdotes) con fusiles, pistolas e incluso armas blancas. Los milicianos los sacaron del buque mediante listas leídas nominalmente.

Maó recordará a las víctimas del buque prisión Atlante siempre

En el buque murieron 75 MENORQUINES  (37 clérigos y 38 civiles), que habían sido apresados por las fuerzas republicanas DE BAYO.


EL INFAME BUQUE PRISIÓN ATLANTE
Mahón (isla de Menorca, Baleares)
.- Milicianos y suboficiales republicanos entran de nuevo en el barco prisión Atlante (ya asaltado el día anterior), los sacan del buque y en camiones los llevan hasta el cementerio de Villacarlos (actualmente Es Castell) donde espera un pelotón de ejecución y dos sepultureros y asesinan a 30 detenidos (militares, civiles y sacerdotes). Al día siguiente lo volvieron a intentar pero el responsable de la guardia se negó, y salvaron la vida.

Las masacres de La Mola (Mahón, Agosto de 1936)

De lo que sucedió en la Menorca frentepopulista durante la contienda 1936-39 poco se supo hasta su rendición en Marzo de 1939. Alejada de los grandes frentes, pasó desapercibida. Hoy también, incluso más por efecto de la desmemoria histórica que todo lo ha arrasado. Por eso, y porque en ella también se sufrió la brutalidad de aquella revolución frentepopulista bolchevizante que hoy nos venden como paraíso democrático, conviene recordarlo.

Reproducimos la descripción que hizo Deseado Mercadal Bagur de las masacres de La Mola (Mahón – Menorca) en Agosto de 1936. Aunque podríamos suministrar muchos más datos de los que se plasman aquí, hemos elegido el relato de la persona citada, porque creemos que para los escépticos y desmemoridos históricos hoy tan de moda, este relato tiene un doble valor: por un lado, Mercadal estaba presente en Mahón durante los hechos y entrevistó a varios de los protagonistas, ni que decir tiene que sus ideas frentepopulistas eran totales –tal vez de ahí que se observe en el relato una imposible búsqueda de atenuantes a semejante carnicería–, y, por otro, el hecho de que huido de Menorca cuando la isla se rindió en 1939, se exilió hasta su regresó a España en 1948, donde como no tenía delitos de sangre encima nada tuvo que temer, asentándose en Barcelona, primero, y luego en su Menorca natal, donde ejerció como músico y compositor, que eran sus más íntimas vocaciones, con notable éxito local, así como también ejerciendo de periodista e historiador en la España de «la dictadura» hoy tan denostada
Preludio sangriento:
El 18 de Julio de 1936 sólo habitaban la isla de Cabrera una pequeña guarnición de una decena de soldados al mando del alférez Facundo Flores Horrach y dos familias: los Suñer –padre y dos hijos–, de derechas, y los Bonet, de izquierdas; ninguna de ellas radicalizadas ni por ello enfrentadas abiertamente; también vivían en ella dos fareros: uno falangista y el otro comunista; así mismo, pasando unos días de vacaciones dedicándose a su afición preferida, la entomoligía, se encontraba el comandante del Ejército, retirado, Mariano Ferrer Bravo. Caído a los pocos días del Alzamiento un hidroavión frentepopulista en la isla, el alférez hizo prisioneros a sus cinco tripulantes siguiendo órdenes de Palma de Mallorca. Unos días después, un submarino frentepopulista llegó a Cabrera logrando su tripulación liberar a los aviadores y tomar prisionera a la guarnición, así como a todos los civiles de derechas a los cuales trasladaron a Mahón, a finales de Julio. (Toribio).
Los crímenes de La Mola.-
«La tragedia de la Mola, engendrada en mentes exaltadas y vengativas, tuvo un inicuo preludio cuando el 1 de Agosto una sección de la marinería conducía desde la Base Naval hasta la Mola a los presos hechos en la ya detallada acción de Cabrera. Poco después de iniciada la marcha, fueron ejecutados, sin más, los hermanos Gaspar y Juan Suñer Mas de 16 y 18 años, su padre Damián Suñer Mascaró, todos ellos mallorquines, y el Comandante retirado Mariano Ferrer (también lo fue el alférez Facundo Flores Horrach).

A primeras horas de la noche del 2 de Agosto fueron conducidos a las inmediaciones de “Es Freus” el General Bosch Atienza, el Comandante de Estado Mayor, Jacinto Dolz del Castellar, el Teniente Coronel de Infantería, Luis Martos González, el Coronel de Infantería retirado, Jaime Vidal Villalonga, los Comandantes de Artillería, Manuel Quintero Ramos y Jaime Sampol Mercadal, el Teniente de la Guardia Civil, Julio Riera Terrades, el Teniente de Carabineros, Miguel Vila Olaria, el de la Guardia de Asalto, Bernardo Monclús Durango, el Comandante de Infantería, Sebastián Rodríguez Vinent y el Capitán de Infantería, Claudio Gil Alós y allí mismo fusilados. (Eran los mandos superiores de la guarnición de Menorca cuya sublevación el 18 de Julio había fracasado al no secundarles los suboficiales y la mayoría de la tropa liderados por éstos).
En la noche del siguiente día se produjo otra espantosa matanza (…).
En los días que siguieron a la tragedia tuve ocasión de hablar con alguno de los soldados que colaboraron en la tarea de recoger los cadáveres, los cuales me participaron el horror que les produjo el dantesco espectáculo que vieron sus ojos, pues muchos de los cadáveres esparcidos por el patio, habitaciones y corredores se hallaban materialmente destrozados. Dato espeluznante el del fusilamiento de doña Hercelia de Solá, cuyo cuerpo todavía agonizante fue lanzado al vacío por el peñascal de s´Esperó.



Veamos el relato que dejó escrito un testigo de excepción, el alférez de navío Carlos Moya Blanco quien, junto con unos pocos, logró salir con vida de la matanza.

“A las 8 de la tarde del día 3 de Agosto, cuando la mayoría de los detenidos estábamos paseando por el patio, hicieron irrupción en él muchísimos soldados, cabos y sargentos de Artillería y de Infantería (no vi a ningún marino) armados de fusiles, pistolas y ametralladoras que con una intensidad salvaje nos ametrallaron a mansalva. Ante lo inesperado del ataque, su superioridad numérica y nuestra absoluta indefensión, era inútil e imposible toda resistencia. De las primeras descargas quedaron muchos muertos y heridos en el patio y los demás pudimos refugiarnos en los pabellones laterales escondiéndonos la mayoría en los retretes del fondo, otros en una pequeña habitación del extremo del patio, algunos, como yo, nos tumbamos entre los camastros fingiéndonos muertos entre los heridos y los cadáveres; todo ello en medio de una lluvia de incesantes balas que nos disparaban desde la puerta y ventanas.
Grupo de soldados frentepopulistas en Mahón
Cuando los asesinos entraron en los pabellones, muchos fueron acribillados en el sitio donde fueron sorprendidos como el almirante que murió en el camastro donde se encontraba y otros eran sacados al patio en donde eran asesinados entre golpes e insultos, ensañándose especialmente con algunos del Ejército; con los de marina no vi que se ensañaran con ninguno porque no nos conocían.”
En otros párrafos de su descripción, Moya Blanco dice que “hubo tiroteo casi incesante hasta aproximadamente las tres de la madrugada” … “a esa hora cerraron las puertas de los pabellones y después de un pequeño descanso se dedicaron a rematar a los heridos del patio e ir sacando los cadáveres fuera. Ya de madrugada encontraron al teniente Casares que había estado fingiéndose el muerto entre los cadáveres del patio, matándolo un cabo de artillería.
Hacia las 6 de la mañana entraron en el pabellón en el que se hallaba Moya Blanco y los demás que allí se habían refugiado. “Al encontrarnos nos hicieron salir a un grupo de cuatro, y cuando nos iban a matar a tiros, llegó un individuo vestido de paisano con varios guardias de Asalto que tras una breve discusión les convenció de que no debían matarnos sin juzgarnos por lo que nos introdujeron de nuevo en la habitación donde llevaron también a los supervivientes de otro pabellón siendo por lo tanto dieciséis los que quedamos de los 148 que en total creo estábamos …”.
Pese a que Moya Blanco habla de dieciséis supervivientes, en la página que figura en la página 141 de su relato, únicamente aparecen los catorce nombres siguientes: Teniente Coronel de Infantería Arturo Guerrero; Comandantes de Infantería, Gervasio Hernández, Jiménez y Tójar; Capitanes de Artillería, Ferrer, Cots y Saler; Teniente de Infantería, Sandino; Teniente de Intendencia, Trémol; Cadete de Toledo, Alberto Moreno; Capitán de Corbeta Isidro Sáez; Comandante de Intendencia de la Armada Fernando Álvarez y los Alféreces de Navío Enrique Manera y Carlos Moya Blanco.

¿Quién o quiénes fueron los responsables que ordenaron o indujeron a las matanzas ocurridas en las noches de los días 2 y 3 de Agosto de 1936 en La Mola? La Historia tiene sus secretos y sinceramente creo que nos hallamos ante uno de estos. En opinión de varias personas que por los cargos que desempeñaban podían tener informaciones fiables si bien no me atrevería a darlas por exactas y definitivas, los asesinatos pudieron decidirse en el curso de una reunión celebrada en la Comandancia Militar con asistencia de Marqués, Palou, Venegas, Quintanilla y Gabaldón. (Suboficiales frentepopulistas más destacados de la isla).
Marqués estuvo en la Mola el 25 de Julio dando órdenes para que fuesen cambiados de nave –se refiere al barco-vapor Atlante utilizado como prisión– algunos de los detenidos al objeto de que “no hubiese confusiones” aunque ello no indicaría que se tratase de incluir o aislar a algunos de futuros actos de violencia. Se aseguró también que Palou se presentó en la Fortaleza unas horas antes de que se iniciara la tragedia ordenando que los Tenientes Thomas, Sard y Moya fuesen trasladados a un lugar distinto del que ocupaban pero no así el Teniente Miguel Garau que estaba con ellos. La razón de querer salvar a los primeros obedecería al hecho de que fueran mallorquines como lo era él, y pertenecientes a familias de condición modesta, mientras que Garau, también mallorquín, era de familia pudiente.

Preciso es recordar que antes de 18 de Julio habían llegado efectivos de tres baterías de Galicia, Mataró y Zaragoza, cuyos hombres no tenían ningún vínculo afectivo ni con la sociedad menorquina ni con los que luego serían ejecutados. Entre aquella tropa de Artillería había algunos “maleantes y desaprensivos” según frase de cierto informador al que siempre consideré imparcial y objetivo. Diré también que al atardecer del día 3 llegó el primer contingente de milicianos, los cuales caldearon el ambiente a favor de hacer justicia rápida y expeditiva.
Por su parte, los penitos que durante su encierro en la Mola habían sufrido vejaciones y lo mismo algunos soldados y subalternos castigados o humillados en ocasiones por algún oficial altanero, participaban de aquellos sentimientos de venganza. Las noticias llegadas de Mallorca dando cuenta de la terrorífica represión que allí se estaba llevando a cabo y el hecho de que se había iniciado la instrucción de sumarios lo que significaba que los juicios se alargarían por culpa del consabido papeleo, significaron otras tantas circunstancias determinantes de que, en un momento dado, saltase la chispa que desencadenó el drama.
Brigada Marqués
Terminada la guerra, fueron procesados los Sargentos de Infantería, Emilio de Benito Bueno y Antonio Sastre Vaquer, que estaban de guardia en la Penitenciaría aquella noche fatídica en que se desarrolló la matanza. Sastre, que por su antigüedad era el jefe de la guardia, había acudido a atender una llamada telefónica sin que nadie contestara al otro lado del hilo. Al volver a su puesto, había empezado la agresión. Sastre trató de oponerse a los soldados de la guardia que se habían sumado a los agresores como también varios Sargentos. En un momento dado, Sastre gritó ¡Basta de sangre! A su compañero de Benito se le responsabilizó de la matanza, siendo condenado a muerte y fusilado el 11 de Septiembre de 1939, mientras Sastre fue condenado a pena de prisión.» (También fue fusilado en Septiembre de 1939 el Brigada Marqués).










La Congregación de la Misión, o misioneros paúles ( DE SAN VICENTE DE PAUL)

  El fundador, Vicente de Paúl La Congregación de la Misión, o misioneros paúles San Vicente de Paúl no descubrió a los pobres ni en Follevi...