lunes, 30 de noviembre de 2020

BARCOS PRISION PARA GENTES DE DERECHAS Y CATOLICOS (CHECAS PRISION)

 


La República (mejor dicho las Repúblicas) habilitaron barcos mercantes como CHECAS para torturar y asesinar a todo tipo de gentes de derechas, religiosos, militares, etc.  (entre los que se encontraban mujeres embarazadas, enfermos, inválidos , niños y niñas). 


ATLANTE (Menorca)

Alfonso Pérez (Santander)

URUGUAY (Barcelona)

Argentina (Barcelona)

Villa de Madrid (Barcelona)

Cap Cullera (Tarragona)

Rio Segre (Tarragona)

El Mahón (Tarragona)

RIO SIL (Costa entre Alicante y Cartagena)

ESPAÑA nº3 (Costa entre Alicante y Cartagena)

Cabo Quilates (Bilbao)

  Mendi (Bilbao, Axpe, Erandio)

Isla Menorca (Castellón y Tarragona)

Rita Sister (Valencia)

        Mar Cantábrico (Valencia).                         

     El Aizmendi (Valencia).

                        El cabo de Palos (Valencia).


                        El Legazpi (Valencia).



1.- Atlante (Menorca)


Para que una persona actual pueda hacerse una idea de la magnitud de los hechos, imagínense una matanza en Mahón 60(2) veces mayor que el 11-M. Sin bombas accionadas por móvil, sino cerrojo a cerrojo, bala a bala.

Una matanza perpetrada los días 18 y 19 de noviembre de 1.936, similar en magnitud y formas a la realizada mediante «sacas» de las prisiones bajo la custodia del gobierno de la República en Paracuellos. En Madrid, 4.021(3) asesinados sobre una población de 863.958 habitantes.

Quiero recalcar el hecho de «bajo la custodia de las autoridades de la República» (aunque a ellos, en aquellos momentos, les gustara más ser denominados Gobierno Revolucionario), pues estos asesinatos se realizaron mediante la sustracción de personas que se hallaban en prisión. No mediante otras modalidades, que también padecimos: «paseíllos» o directamente tiro en la cabeza, como los hechos ocurridos en Ferrerías.

Los hechos por los que mi abuelo se encontraba en dicha «prisión» por orden de las autoridades del Gobierno de la República eran muy «graves». Militar retirado por la Ley Azaña, monárquico de tradición liberal, escritor e historiador de vocación, fundador y secretario del Ateneo de Mahón, persona profundamente católica, patriota que no le impedía un inmenso amor por su tierra natal, Menorca. A la conservación de sus costumbres y tradiciones dedicó una parte muy importante de su obra escrita, compaginando modernidad y romanticismo, sin renunciar a sus colaboraciones en La Vanguardia y revistas francesas.

Había decidido defender sus principios mediante el uso de la palabra, que era la forma que le dictaban sus convicciones y valores.

Su gran instinto de humanidad le llevó a intentar paliar el sufrimiento de las familias de los soldados menorquines, que junto a él, se desplazaron con el Batallón expedicionario a la guerra de África, redactando desde ahí puntuales crónicas que se editaban en El Bien Público, aliviando, en parte, las necesidades de información de una época carente de otros medios que hoy disponemos.

No quiso que sus armas fueran utilizadas para causar daño alguno a sus compatriotas, destruyéndolas y no utilizándolas, ni tan siquiera, para evitar su propia detención. Dejo viuda y tres hijos.

Los hechos, calificados de «espontáneos» por algunos historiadores, cuando menos benévolos, omiten que las dos sacas de la prisión se produjeron mediante listas escritas y sin resistencia de la guardia, que sí se opuso a la tercera saca, dato que anula totalmente dicho calificativo.

Los asesinos perpetraron la masacre los días 18 y 19 de noviembre, sin tomarse ni la molestia de realizar la pantomima de «juicios populares». Asesinaron a unos en el propio Puerto de Mahón y a otros ante las tapias del Cementerio de Es Castell, donde hoy descansan sus restos.

No me parecería justo, realizar este escrito de recuerdo, sin incluir el nombre de todos sus compañeros asesinados, cuyos motivos de encarcelamiento fueron similares en «gravedad» a los suyos.

(1) Lorenzo Lafuente Vanrell. Mahón 1.881-1.936. Comandante de Infantería retirado. Caballero de la Orden Civil de Alfonso XII, de las militares de San Hermenegildo y del Mérito con distintivo rojo, condecorado con las Medallas de Marruecos, de la Paz, del Centenario de las Cortes de Cádiz, etc. Miembro de la Academia del Mediodía de Francia, Corresponsal del Museo de la Infantería Española, Secretario del Ateneo de Mahón en su fundación en 1.905. Hijo Ilustre de Mahón.

(2) Población de Mahón según censo de 1.930 (INE), 17.954 habitantes, asesinados el 18 y 19 noviembre de 1.936, 75. Población de Madrid según censo de 2.001 (INE), 2.938.723 habitantes, víctimas del atentado del 11-M: 200.

(3) Paracuellos – Katyn, ensayo sobre el genocidio de la izquierda. Cesar Vidal. Ed. Libros Libres.

Presbíteros: Benejam Coll, José. Benejam Gorrias, Pedro. Benejam Marques, Juan. Bosch Anglada, José. Bosch Ferrer, Rafael. Camps Triay, Rafael. Capo Medina, Guillermo. Catala Morla, Francisco. Conforto Tuduri, Gabriel. Dalmedo Orfila, Miguel. Franco Goñalons, Jose. Fuxa Bagur, Sebastián. Gomila Rotger, Miguel. Jansa Guardiola, Francisco. Llabres Pons, Guillermo. Mascaro Pons, Miguel. Mascaro Pons, Rafael. Mercadal Anglada, Jaime. Mercadal Pons, Jose. Mercadal Sans, Juan. Orfila Pons, Antonio. Planeéis Riera, Jose. Pons Benejam, Rafael. Pons Pons, Antonio. Pons Pons, Miguel. Pons Preto, Juan. Pons Segui, Antonio. Pons Sintes, Francisco. Quintana Victory, Esteban. Riera Bagur, Pedro. Romero Mercadal, Antonio. Salord Goñalons, Pablo. Serra Mesquida, Rafael. Triay Gornes, Alberto. Tuduri Moll, Jose. Tuduri Moll, Juan. Villalonga Segui, Bartolomé.

No religiosos: Aizpuru Maristany, Juan de. Alberti Vidal, Francisco. Alvarez Alvarez, Fernando. Canut Costa, Leopoldo. Carranza Garcia, Fernando de. Carreras Pons, Antonio. Carrillo Jiménez, Blas. Cots Riera, Francisco. Ferrer Mercadal, Miguel. Ferrer Pons, Miguel. Ferrer Torres, Vicente. Granell Ruiz, Miguel. Guerrero Plaja, Arturo. Hernandez Saiz, Gervasio. Jaume Bisbal, Santiago. Martin Franco, Roman. Moreno Martorell, Alberto. Orfila Pons, Pedro. Palomo Barba, Manuel. Pax Estela, Bernardo. Queipo Malaga, Jose. Quetglas Montserrat, Miguel. Riera Pers, Jose. Rosello Alcover, Francisco. Sada Garcia, Joaquin. Sainz Corrajed, Isidro. Salord de Olives, Gabriel de. Sandino Padilla, Antonio. Sbert Fortuna, Matias. Segui Carreras, Mateo. Seller Pons, Rafael. Tous de Monsalve, Rafael. Vicente Gomez, Manuel. Victori Sastre, Alonso. Vidal Villalonga, Antonio. Vila Fuxa, Pedro.

Descansen en paz. In Memoria.

Santiago Lafuente Mir,
MAhón, 16 de noviembre de 2006.





















2.- Alfonso Pérez (Santander)


El 28 de julio de 1936, a raíz del Alzamiento del 18 de Julio, las autoridades republicanas santanderinas requisaron el barco Alfonso Pérez habilitándolo como barco-prisión

El barco permaneció en el Pozo de los Mártires en la zona Marítima donde se ubica actualmente el barrio Pesquero, un tiempo, con una guardia de milicianos socialistas que fueron después relevados por milicianos anarquistas de la FAI.





Monumento a los Asesinados al lado de los Depósitos de la CAMPSA

En octubre de 1936 el barco fue trasladado con sus prisioneros al Cuadro, concretamente al muelle saliente nº1, junto a la esquina del espigón de Nueva Montaña. Su comandante fue el calafate Emilio S. Abascal.5​

El 27 de diciembre de 1936 se desencadenó los asesinatos por la que fue más conocido el barco: la aviación nacional bombardeó Santander sin buscar objetivos militares, causando unos varios muertos y heridos en la zona del Barrio San Jose Obrero

 Tan pronto se fueron los bombarderos se desató la venganza, consumada en los presos derechistas del Alfonso Pérez,  156 de ellos fyueron ejecutados sin juicio alguno..

El drama tuvo dos actos, entre un prolongado cierre de telón. La primera parte estuvo protagonizada por las turbas sin control; que cayeron sobre Maliaño a los veinte minutos escasos de desaparecer los bombarderos. Su actuación, y la más organizada de los milicianos, que iban a consumar la gesta como actores del segundo acto, está recogida para la historia por testigos presénciales o, mejor dicho, por personajes de la gesta, sustraídos providencial- mente a la lista del exterminio. Sirve aquí de guía Ramón Bustamante y Quijano, que dedicó todo un libro (A bordo del “Alfonso Pérez”. Escenas del cautiverio rojo en Santander –Madrid 1940) a su odisea de prisionero.

La masa de asalto pudo reclutarse con facilidad al grito proferido por barrios y plazas de “¡Al barco! ¡Al barco! ¡A por los presos!” Cada cual a su modo, todos iban armados: fusiles, pistolas, escopetas, cuchillos de cocina e instrumentos agresivos de toda índole. Algún profesional de la guerra debía figurar en la anárquica expedición, puesto que entre las municiones prestaron buen servicio las  bombas de mano. Situados los más audaces sobre cubierta, se asomaron a las escotillas y ordenaron airadamente a los presos que se colocaran en filas compactas sobre el centro de la bodega.

“Naturalmente, el engaño era demasiado burdo. La voz de mando de la bodega fue rebelde:

¡Nadie salga al centro; todo el mundo a los ángulos muertos! Nos quieren asesinar cómodamente. ¡Preparemos los colchones!

La palabra colchones corrió de boca en boca y todos comenzamos a parapetamos en ellos...

-¡Salir al centro de la bodega, que nada os pasará! ¡Salir, canallas, perros! -repetían ya descaradamente las voces de los asaltantes-. Si no lo hacéis, será peor, porque bajaremos y no quedará uno vivo.

Nadie hacía caso y comenzaron a hablar las armas asesinas... Hablan empezado también las bombas de mano. El efecto de las explosiones sobre  la chapa era extraordinariamente mortífero. Empezaban los primeros 'ayees' lastimeros y las ametralladoras de nuestros verdugos seguían segando vidas...

Poco a poco se fueron distanciando las detonaciones; indudablemente había pasado la agresión principal. De vez en cuando un  tiro o una bomba de mano nos hacía pensar de alguien que había llegado tarde a la fiesta. Por fin, el silencio. Se contentaban con lo hecho y no bajaban a la bodega".

Un compás de espera de más de dos horas separó las incidencias descritas de las más organizadas que montaron conscientemente los milicianos profesionales. El paréntesis sirvió a varios presos, médicos algunos de ellos, para practicar una cura de urgencia a sus compañeros malheridos. Estos y los muertos habían sido subidos a cubierta.

¿Esperaban los supervivientes la reacción del asalto? Los responsables, si así podían llamarse, de la vigilancia del “Alfonso Pérez” les aseguraban con toda seriedad que ningún otro desmán ocurriría, puesto que se había reforzado la guardia. Ello no obstante, y seguramente sin la anuencia de los que así perjuraban, cayó inopinadamente sobre el barco la segunda tromba: el consejero de Justicia, Quijano; el comisario de Policía, Neila; el gobernador civil, miembro de las Juventudes Socialistas, Ruiz Olazarán, y el anarquista Hermenegildo Torres. Con ellos, como escolta de la muerte, varios piquetes de milicianos dispuestos a lo peor, Se habían trazado el programa en una reunión celebrada poco antes en un conventículo de la calle de Pereda. Llevaban listas preparadas y hasta montaron un tribunal de urgencia, que redujo su actuación a preguntar a los presos nombre y procedencia para dictar seguidamente sentencia fulminante, basada, cuando más, en el apellido ilustre, la filiación derechista o el carácter eclesiástico.

Luego de varios titubeos decidieron jueces y fusileros diezmar ordenadamente las bodegas desde la primera a la cuarta. Bajaban primero lista en mano el recinto de los presos y obligaban a los designados a subir a cubierta. Ya aquí, y a veces en la misma escalera de la escotilla. disparaban a quemarropa sobre ellos y volvían por otra tanda. Si estas primeras ejecuciones respondieron a un plan selectivo, ciñéndose a los marcados en la lista, lo que luego se siguió fué una auténtica embriaguez de sangre a costa de los indefensos reclusos de las bodegas, señalados a bulto y sin cuidar apariencias. «A ver -decían, señalando con el índice de la mano-. ese que tiene cara de cura...» Por el hecho de vérsele a un preso un trozo de escapulario que llevaba en el pecho fué ordenada su muerte.

Está comprobado que la menor apariencia religiosa motivó aquel día la condena inmediata de quien la presentaba. ya fuese seglar o clérigo. Si con estos últimos se hizo una tanda especial, no es fácil de probar, aunque así lo exprese claramente otro testigo:

“Aparte de los que fueron ejecutados de esta manera, luego la tropa de pistoleros se dirigió a las otras bodegas y ordenaron que los sacerdotes dieran un paso al frente. Sin más preguntas, sin ni siquiera un simulacro de justicia, se asesinó de esta forma a todos los sacerdotes que había en el barco”.

Resulta casi imposible señalar con precisión los nombres correspondientes a la primera matanza en las bodegas y los que luego sucumbieron a las descargas sobre cubierta. En la lista nominal de 160 víctimas publicada por Mazorras (Cincuenta y siete semanas de angustia. Trozos de las memorias de un caballero de España –Santander 1937-) hemos podido identificar a diez miembros del clero secular y a un seminarista, un capuchino. un escolapio y un carmelita.

Sacerdotes seculares: don Eliseo Alonso Pumarejo, don Hilario Arce Cañete, don Lorenzo Diez Morana, don Francisco González de Córdoba, don Bernardino Hoyos Bustamonte, don Vicente Poo Noriega, don Aurelio Velasco Martínez, don Serafín Villar Laso, don Eloy Martínez Muñoz (diócesis Madrid), don Manuel Navarro Martínez (diócesis Plasencia).

Seminaristas: don Jesús Serrano Calderón (de la diócesis de Solsona).
Capuchinos: Fr. Ambrosio de Santibáñez.
Escolapios: P. Alfredo Parte.
Carmelitas: Fr. Maximino de la Virgen del Carmen (Maximino Sáez Martínez).

El sacerdote don Lorenzo Diez Morana no murió instantáneamente en el asalto al Alfonso Pérez, sino en el sanatorio Morales algún tiempo después y a consecuencia de las heridas. 

La incansable labor apostólica desarrollada con los presos por estos sacerdotes de ambos cleros tocó cimas de heroísmo en la angustia indescriptible del asalto. Entre las explosiones de las bodegas o bajo el rumor espeluznante de las descargas de cubierta; administraron. con alta presencia de ánimo, el sacramento de la penitencia a los que estaban muriendo o esperaban la muerte inmediata. Del P. Ambrosio, capuchino (“Un silencio profundo siguió a cada explosión, y únicamente, según dice don José María de Udías, se oyó luego la voz del P. Ambrosio, que invitaba al arrepentimiento, e incorporándose un tanto sobre su colchoneta, trazaba la señal de la cruz sobre aquellos cuerpos en agonía, mientras pronunciaba las palabras sacramentales: Yo os absuelvo...), y de los dos sacerdotes, don Eloy Martínez y don Manuel Navarro, se sabe testificalmente que ejercieron este ministerio momentos antes de ser ellos mismos sacrificados.

A eso de las cinco de la tarde cesaron los tiros; los milicianos que estaban en la bodega subieron a la cubierta y comenzó a alejarse el espantoso rumor del populacho. La noche se echaba encima. Las bodegas, lóbregas, tristes, silenciosas, no se podían iluminar, porque las bombas habían roto todas las luces. En cubierta estaban hacinados y calientes aún los cadáveres del padre del hijo, del hermano, del amigo...

Ya muy entrada la noche, los cuerpos fueron arrojados por una rampa a una lancha, después que les despojaron de cuanto llevaban de algún valor, y luego cargados en camionetas, operación que llevaron a cabo unos veinte presos, quienes asimismo, por voluntad de los milician06, les acompañaron en las camionetas y abrieron la fosa, una fosa grande en el cementerio de Ciriego, donde fueron depositados los 160 hermanos de un mismo ideal.(Mazorras Septién).

El escándalo llegó a provocar las protestas británicas, y en febrero de 1937 el Alfonso Pérez dejó de ser barco-prisión, siendo comisionado por el Consejo Interprovincial de Santander, Palencia y Burgos como mercante.


 


3.- URUGUAY (Barcelona)

La relación de los barcos prisión en Cataluña durante la Guerra Civil es la siguiente. Puerto de Barcelona: barco-prisión “Uruguay” (antiguo “Infanta Isabel de Borbón”), sirvió de complemento a las checas. Su capitán fue el teniente Monroy, del Cuerpo de Asalto, del SIM y del PCE; barco-prisión “Argentina” (antiguo “Reina Victoria Eugenia”), su capitán, Ferrer, procedía de la Guardia Civil, del SIM; barco-prisión “Villa de Madrid”, del SIM. El Club Náutico de Barcelona se convirtió en un centro de tortura y detención. En el puerto de Tarragona estaban el Barco-prisión Cap Cullera y barco-prisión “Río Segre”. Posteriormente se utilizaron otros barcos en el puerto de Tarragona: el “Mahón” y el “Isla de Menorca”.



Barcos prisión: las otras checas de Cataluña

Clérigos, mujeres, niños, jóvenes, cientos de personas murieron en estos buques de pesadilla, una referencia del terror ROJO




Podríamos describir mil historias de los barcos-Prisión en Barcelona. Los prisioneros estaban prácticamente incomunicados y las visitas eran más que excepcionales. El hacinamiento y la suciedad era la nota dominante. Sólo se limpiaban las cámaras de los vigilantes y mandos. Francisco Gutiérrez Latorre, en su obra ya citada, refiere que en el “Uruguay”: “Para cada 400 prisioneros había una letrina o retrete”. Las colas eran constantes y muchas veces había que esperar horas y horas para poder acceder. Tanto en el “Argentina”, como en el “Uruguay”, el régimen disciplinario era durísimo. Les hacían levantarse de madrugada y ya no podían reposar hasta la noche.



Los primeros días estos barcos fueron vigilados por guardias civiles, pero luego fueron sustituidos por milicianos. Los detenidos eran considerados, en teoría, presos preventivos en espera de juicio. Algunos, muy pocos, fueron liberados. Como cuenta E. Olivé en sus “Memòries involuntàries”, en algunos casos los presos eran sometidos a parodias de juicio, donde los presos eran interrogados por milicianos medio borrachos, mientras soportaban humillaciones e insultos. Los barcos prisión fueron una referencia del terror revolucionario. El diario Frente Anti-fascista de Tarragona en portada, en diversas ocasiones como la del 13 de septiembre de 1936, se amenazaba irónicamente con esto: “Aviso a los derrotistas. Tienen preparado camarote en el vapor ‘Río Segre’... Estarán muy bien, no lo duden”.


Eduardo Carballo, testigo, y que escribió un valioso libro para conocer de primera mano lo que ahí sucedía, Prisión flotante, escribía los macabros desfiles por la cubierta del “Uruguay”, para ir a recoger una escasísima ración de comida: “Era algo trágicamente fantástico, de seres que apenas conservaban encarnadura mortal y a los que un leve soplo de viento hubiera derribado a la tierra fácilmente. Casi todos estábamos atacados de los mismos síntomas: pérdida de memoria, sensible disminución auditiva, visión defectuosa en ambos ojos, naufragio de la vitalidad, hinchazón en las piernas. Eran los edemas de hambre, que aparecían proyectándose en nuestras vidas” (p. 121).


Por los escritos de Manuel Goded (hijo del fusilado General Goded) conocemos cosas terribles que dan razón de ese aspecto de los prisioneros. Manolo Goded tuvo la suerte de salir del “Uruguay” pues fue intercambiado por un prisionero de valía en el otro bando. Describe que para acabar con los presos de “Uruguay” de forma paulatina y sin que se notase, cada día echaban un poco de arsénico en el rancho. Ello provocaba unos malestares horribles en los prisioneros e incrementaban las colas del retrete para echar los vómitos. El espectáculo era espeluznante, pero eso sí, siempre tenían unos presos preparados en mejor estado, por si llegaban periodistas u observadores internacionales o de los consulados. A aquellos los afeitaban, aseaban y cortaban el pelo y les ponían una camisa limpia.


César Alcalá en su “Checas de Barcelona”, recoge el testimonio de Trinidad Mariner. Poco después de estallar la guerra, ella y su madre, fueron encarceladas en el barco-Prisión “Villa de Madrid”. Allí conoció a unas presas, las hermanas Lasaga, pertenecientes a una familia carlista de origen navarro. Trinidad Mariner describe así la escena que presenció: “Me presentaron a las hermanas Lasaga, una a una. Estaban las tres, sus padres, dos hermanos y una cuñada; pero los enfrentamientos eran con las chicas y de una en una. Cuando las vi la primera vez, les acababan de dar una paliza horrible, echaban sangre por la boca y la nariz Margarita y Angelita y a Patrocinio, que era la más joven, me la presentaron con palillos entre los dedos de las uñas de las manos y no sé si de los pies, de esto estoy segura; pero no podía ni hablar, del dolor que sentía”.

El “Uruguay” empezó teniendo unos 400 presos y llegó a tener unos 2.200. El hacinamiento, las enfermedades, las pulgas, todo se hacía insoportable. Para colmo, tras mayo del 37, en el Uruguay acabaron presos de formaciones revolucionarias que volcaban su frustración con los presos católicos. En los martirologios, se describen también hermosas historias de camarería, ayuda, consuelo mutuo y profunda caridad entre los prisioneros. La tortura de esos buques no logró deshumanizarlos.



4.- Rio Segre (Tarragona)

El “Río Segre”, de 5.000 toneladas, llegó a alojar a 300 presos, de los cuales, según Antonio Montero, salieron sentenciados a muerte 218. 








Un testigo de excepción sobre lo que se vivía en el barco-prisión “Río Segre”, es el fraile de Montserrat Adeodat Cartellà. Su testimonio quedó recogido en la obra de Ricard M. Sans, Montserrat 1936-1939: “Así que veíamos que la canoa venía hacia el barco y subían los de los Comités, estábamos con un ay en el corazón. ¿A ver a quién llamarían? Como quien dice, estábamos en capilla cada día. De un momento a otro te podían llamar”. Estas esperas eran angustiosas y tensas y no todos los prisioneros eran del mismo temple. Por desgracia, se ha hecho más famoso el caso del barco-prisión “Uruguay” y los historiadores se han olvidado de las penalidades de los presos de Tarragona.

El “Río Segre”, de 5.000 toneladas, llegó a alojar a 300 presos, de los cuales, según Antonio Montero, salieron sentenciados a muerte 218. La primera gran saca se produce el 9 de agosto, donde se escogen a doce vecinos de Tarragona para asesinarlos en tierra firme. Esta es la primera de otras muchas. La causa principal es algún revés sufrido en el frente que debe ser pagado con la vida de los prisioneros de la retaguardia. Las fechas con mayor número de ejecuciones fueron las del 25 y 28 de agosto y el 11 de noviembre. El primero de esos días arrastraron a 60 personas en cuatro sacas, por la mañana, al mediodía, por la tarde y por la noche. La más nutrida de clérigos fue la de las seis de la tarde, en un camión con toldo escoltado por cuatro coches, que llevaba a doce presos: diez sacerdotes seculares y el capuchino Enric Salvà Ministral (Carmel de Colomes), de 62 años, junto al claretiano Vilamasana; y que había dejado en un comité de Tarragona a tres lasalianos que serían ejecutados al día siguiente.

En Valls (Tarragona), a esta docena se le unió otra de jóvenes católicos prisioneros. Pasado el cementerio, en el kilómetro dos de la carretera del Pla, fusilaron a los 24, “en presencia del comité y de numerosos vecinos de Valls convocados al efecto, iluminada la escena por dos potentes faros de automóvil”, según explica Montero en su obra clásica sobre la persecución religiosa. Tras la masacre, los ejecutores lo celebraban en un bar de la calle Portal Nou de Valls. El sepulturero que llegó con un camión para llevar al cementerio a las víctimas, testificó que algunas todavía estaban agonizantes.



La desobediencia de los presos evitó una matanza mayor en el Barco Prisión Río Segre


14 beatos del 11 de noviembre fueron ejecutados en el cementerio de Torredembarra y procedían del barco prisión Río Segre, en el puerto de Tarragona

Las autoridades republicanas habilitaron entonces como prisión flotante dos viejos barcos inactivos y en bastante mal estado que se encontraban atracados en muelle transversal del puerto de Tarragona. Se trataba del vapor Cabo Cullera y del buque mercante Río Segre. Posteriormente se utilizaron otros barcos: el Mahón y el Isla de Menorca. El que mayor protagonismo tuvo fue el Río Segre, que llegó a albergar a unos 300 reclusos. En él los presos estaban repartidos en las bodegas de proa y de popa (aislada una de la otra); y sobrevivían hacinados en las mismas soportando en verano un calor asfixiante y en invierno un intenso frío. Tenían el rancho y el agua racionadas, la letrina era nauseabunda; dormían prácticamente unos encima de otros en el suelo de hierro de unas mugrientas y húmedas bodegas. No podían recibir visitas y estaban completamente incomunicados con el exterior. Muchos de los presos a consecuencia de estas deplorables condiciones, sufrían infecciones y enfermedades.

Los primeros días estos barcos fueron vigilados por guardias civiles, pero muy pronto fueron sustituidos por milicianos, Los detenidos en ellos eran considerados, en teoría, como presos preventivos en espera de juicio. Algunos, muy pocos, fueron liberados. Otros después de ser juzgados salían a cumplir sus condenas en otras prisiones, como la cárcel Modelo de Barcelona, el castillo de Monjuic o acababan en alguna de las terroríficas «checas» de Barcelona, donde solían tener un trágico final. Como cuenta algún testigo (p.ej. E. Olivé en Memòries involuntàries), en algunos casos los presos eran sometidos a parodias de juicio en la cabina de oficiales del barco, donde mientras los milicianos que componían el supuesto tribunal fumaban cigarrillos rubios y tomaban coñac, los presos eran interrogados teniendo que soportar funestas acusaciones, humillaciones, insultos y mofas. Aunque lo más habitual era que los presos, sin juicio previo, fueran formando parte sucesivamente de las denominadas «sacas» (asesinatos colectivos) que las patrullas de milicianos formaban a partir de listados que les entregaban los denominados Comitès Antifeixistes o a su capricho y que eran sacados del barco para ser asesinados.

Lo cierto es que la gran mayoría de los que pasaron por estos barcos prisión no sobrevivieron. Cuál sería la fama del barco que en el diario Frente Anti-fascista de Tarragona en portada, en diversas ocasiones, se amenazaba irónicamente con esto: «Aviso a los derrotistas. Tienen preparado camarote en el vapor Río Segre... Estarán muy bien, no lo duden» (18/9/36).

Uno de los personajes que dirigió algunas de estas «sacas» fue el sanguinario patrullero anarquista Josep Recasens Oliva («Sec de la Matinada»), que era uno de los cabecillas de las Juventudes Libertarias y de la FAI en Tarragona, y de cuya crueldad sin límites ya nos hemos ocupado en otros artículos. Pues bien, una de las «sacas» más numerosa tuvo lugar la noche del 11 de noviembre de 1936, cuando Josep Recasens se personó, con varios milicianos, ante el que hacía funciones de «comandante» ( así se hacían llamar) del barco-prisión Río Segre, que ese día era el también anarquista Joan Ballesta de la CNT (se turnaba en el mando del barco con Estanislao Lavilla de la JSU- UGT), con una lista en la mano y acompañados por este, se dirigieron a la puerta de la bodega de proa y empezaron a leer nombres, y como nadie contestaba, al parecer las listas estaban equivocadas; entonces señalándolos con el dedo y abriéndose paso a puntapiés, fueron preguntando por la profesión que tenían.

-Tú, ¿qué eres?.

- Sacerdote.

- ¡Pues, arriba !. - ¿Y tú? .

- Religioso.

- ¡ Arriba también!...

y los iban separando así del grupo. Según cuenta el hermano de la Salle, Joaquín Donato se produjeron esa noche, algunas anécdotas muy reveladoras, que confirman que iban ante todo a por los clérigos. En la puerta de una de las bodegas donde estaba preso el periodista Timoteo Zanuy, cuenta que los milicianos gritaron:

- ¿Está aquí Miguel Saludes Ciuret?

- No, contestaron.

Y se fueron de allí. Se trataba del párroco de Borges del Camp y Riudoms (adscrito), a quien encontraron después en la otra bodega. Uno de los presos era Vicente Loscos Pardo, médico titular de Horta de Sant Joan, quien al ser preguntado respondió diciendo su profesión, pero los milicianos no lo creyeron y lo tomaron por un religioso y así pasó también a formar parte del aciago grupo. A las 24 personas que integraron ese día la fatídica “saca” (dieciséis eran clérigos), los maniataron, los subieron en un autobús y los condujeron hasta las tapias del cementerio de Torredembarra, donde a medianoche los fusilaron, siendo luego enterrados en una fosa común. Decir que “sacas” similares habían salido del Rio Segre durante el mes de agosto, en especial las de los días 15, 25 y 28 de agosto (con un total, según Antonio Montero Moreno, de 60 fusilados), muchos de ellos encontrados también en fosas comunes del cementerio de Torredembarra.



En las inmediaciones de la Playa Larga fue encontrada una fosa con 18 cadáveres, justo en el lugar donde indicó a la policía un miliciano (J. Bosch) que había sido detenido al finalizar la guerra y que confesó haber tomado parte en diversos asesinatos colectivos.

La historia por dura que sea, hay que contarla completa, sin ocultaciones, sin tergiversaciones, sin prejuicios y sin propaganda, que es la más poderosa arma política para imponer la mentira.


5.- Río SIL  y España nº3 (Cartagena)


Fueron arrojados vivos al mar lastrados con grilletes.

(Esta era la Brillante Justicia del Frente Popular)

Entre los días 13 y 14 de agosto llegó a la base naval de Cartagena el acorazado Jaime I. Para entonces, los presos llevaban casi un mes de confinamiento en la bodega de los buques. Poco después, los barcos-prisión zarparon del puerto y los presos fueron asesinados en alta mar entre el 15 de agosto y el 16 de agosto.​ El total se produjeron 52 muertes en el Río Sil y 159 en el España número 3.​ Otras fuentes barajan la cifra de 214 muertos.​

Se ha afirmado que el asesinato de estos prisioneros respondió al clima de exaltación y crispación reinante en contra de los sublevados y al bombardeo aéreo previo del susodicho acorazado republicano Jaime I,​ así como que contó con un apoyo significativo por parte de masas populares.



Según el historiador Michael Alpert, en el caso del "Sil" los prisioneros fueron arrojados vivos al mar lastrados con grilletes.​ También según este historiador los dos buques prisión no fueron asaltados sino que recibieron la orden​ del nuevo comandante del Arsenal, Manuel Gutiérrez Pérez (Nº2 de la foto de abajo), de salir al mar para poner a salvo a los presos a causa del asesinato en la calle la noche anterior de diez oficiales que habían sido desembarcados para conducirlos al penal en espera de ser juzgados.​


El comandante "Rojo" del España número 3 envió una comunicación al jefe del Arsenal tras el regreso del buque:

«Tengo el honor de poner en su conocimiento que a las dos horas treinta minutos de hoy salió este buque a la mar para dar cumplimiento a la orden muy urgente de usted, que así lo dispuso. Hallándose este buque fondeado en la bahía, como en días anteriores, pude notar en la dotación cierto nerviosismo, del que en distintas ocasiones he tenido que dar cuenta, a usted por parecerme en algún momento peligroso para la seguridad de los detenidos. 

En el día de ayer, con motivo de la llegada a este puerto del «Jaime I», averiado y con muertos y heridos por bombardeo aéreo, se observó una mayor indignación en las personas que presenciaban cuantas operaciones se hacían en el citado acorazado y que pedían noticias de lo sucedido. Una vez en el mar, la indignación subió de punto, pidiendo que se hiciera justicia más rápida con los detenidos, porque según ellos lo que se pretendía era substraer a los presos a un castigo ejemplar, ya que no se había tomado una resolución acerca del juicio sumarísimo. Tuve que intervenir, recomendándoles calma y diciéndoles que ya estaban actuando los jueces, pero esto, lejos de calmarles, los excitó más, hasta el punto de que perdí el control sobre ellos. Armados como estaban y con una superioridad numérica manifiesta, me era imposible hacer nada que pudiera evitar sus propósitos. 

Cuando llevábamos navegando unas cinco millas hacia el Sur con cien grados al Este, fuimos obligados a poner el barco a media marcha. En estos momentos procedieron a llamar a cubierta a las personas detenidas, y colocándolas en la banda de estribor, eran fusiladas por grupos y luego lanzadas al agua con unos pesos en los pies. Cumplidos sus propósitos, después de baldear la cubierta, decidirnos volver al puerto, a lo que ellos no se opusieron, marchando el barco entre aplausos, vivas y mueras significativos, de la dotación del «Jaime I», al arsenal donde se produjeron las ovaciones y gritos cuando pasaba frente a los talleres de la Sociedad Española de Construcción Naval y hallándose los muelles y arsenal completamente ocupados por operarios y marineros».


Como nuevos mando supremo de la Base Naval, fue nombrado el Teniente de Navío Antonio Ruiz González y como Jefe del Arsenal al auxiliar segundo maquinista Manuel Gutiérrez Pérez. En la siguiente foto aparecen con los números 1 y 2, respectivamente.



6.- Cabo Quilates (Bilbao) y Altuna Mendi (Bilbao, anclado en Axpe "Erandio").



Fue incautado y utilizado como buque prisión, anclado en la dársena de Portu en el municipio de Barakaldo. El 25 de septiembre de 1936, tras un bombardeo aéreo de la aviación facciosa de hora y media sobre Bilbao, fue asaltado por milicianos incontrolados deseosos de revancha que provocaron numerosos muertos entre los presos, acusados de simpatizar con los facciosos. El Altuna Mendi, otro buque prisión anclado en Axpe (Erandio) sufrió igual suerte.

El 2 de octubre se produjo un nuevo asalto al Cabo Quilates por la marinería del buque de la armada española Jaime I que provocó la muerte de unos 50 presos. Como suele ser habitual, las cifras de fallecidos varían según las fuentes consultadas. A consecuencia de este último incidente fueron ejecutados por orden de las autoridades vizcaínas varios de los asaltantes y el acorazado republicano fue obligado a abandonar el puerto de Bilbao.

Después de estos sucesos el Cabo Quilates dejó de ser empleado como prisión. Realizo varias singladuras. Su primer viaje fue a Buenos Aires a donde llegó el 15 de enero de 1937. Posteriormente realizó varios viajes a puertos europeos y finalmente quedó internado en el puerto ruso de Murmansk por orden del gobierno soviético. Tras la guerra civil, no pudo ser rescatado por su naviera y se incorporó a la flota mercante rusa con los nombres de Ienisei y Baikal.

Como en el caso de la evacuación de los niños de la guerra, las causas inmediatas de estos asaltos a los buques prisión fueron los primeros bombardeos intensos sobre Bilbao y otras poblaciones por parte de la aviación golpista. Algunos grupos armados se tomaron la justicia por su mano y descargaron su ira sobre personas indefensas.

Siempre existió una tensión entre la represión preventiva que ejercían las autoridades y los partidarios de la represión en caliente que, en general, se produjo en momentos puntuales en que las autoridades se vieron desbordadas por estos últimos que, como represalia por acciones de guerra enemigas, los bombardeos, asaltaron los centros de detención. Una parte de los milicianos armados tras el fracaso del golpe de estado, incluyendo a sus dirigentes, estaban a favor de pasar por las armas a los sospechosos de simpatías con el enemigo Y, además, sus pretensiones tenían un respaldo popular difícil de medir, pero no despreciable.

El 16 de agosto una incursión aérea incendió los depósitos de CAMPSA en Santurtzi. Tras este bombardeo una multitud que pedía la ejecución de los presos encerrados en los barcos prisión se congregó en los muelles. Incluso intentó acceder a los barcos en gabarras. Todos estos intentos fueron contenidos por la Guardia Civil. La suerte de los presos cambió, sin embargo, cuando este cuerpo fue relevado y los milicianos pasaron a ocuparse de la custodia de los detenidos. El 25 de septiembre sí consiguieron entrar en los barcos. El asalto costó la vida a 41 presos del Cabo Quilates y a 29 del Altuna Mendi. Hechos similares tuvieron lugar el 2 de octubre cuando los marineros de Jaime I entraron en el Cabo Quilates, con el resultado de 38 presos muertos. Algunas fuentes afirman que las ejecuciones fueron iniciadas por los propios milicianos que custodiaban el barco y que los marineros del Jaime I se unieron después.

Estos execrables hechos de septiembre y octubre de 1936 convencieron a las autoridades vascas, recién constituidas el 7 de octubre, de la necesidad de trasladar a los presos a prisiones de Bilbao a fin de asegurar su seguridad y mejorar, en lo posible, su calidad de vida. Tal como relata José Ignacio Salazar Arechalde, secretario general del Ayuntamiento de Santurtzi, en su libro 1937: Bilbao conquistada, la situación de las prisiones vascas mejoró radicalmente.

Se optimizaron las condiciones sanitarias y el régimen alimenticio. En colaboración con la Cruz Roja internacional, se fomentaron las visitas de los inspectores internacionales y el contacto permanente de los presos con sus familiares. Y, entre las primeras medidas adoptadas, se puso en libertad en octubre de 1936 a todas las mujeres detenidas en las prisiones vascas, un total de 156.

El 4 de enero de 1937 se produjo un nuevo bombardeo sobre Bilbao. Tras este hecho se organizó una manifestación que, nuevamente, buscaba venganza. En esta ocasión, los manifestantes se encaminaron hacia algunas de las cárceles de Bilbao (la prisión provincial de Larrinaga y las habilitadas en la Casa Galera, y los conventos de El Carmelo y Ángeles Custodios) y provocaron una matanza entre los presos allí custodiados. Un total de 224 presos fueron asesinados. El Gobierno de Euzkadi abrió una investigación, se procedió a arrestar a los presuntos culpables y en marzo de 1937 se dictó auto de procesamiento contra 61 personas. Se tomaron medidas de todo orden, empezando por la depuración de los funcionarios de prisiones. Y se decidió suspender la aplicación de las penas de muerte. Pese a que Bilbao sufriría nuevos bombardeos, no se dieron más actuaciones de venganza de este tipo.

A comienzos de este año 2017, 80 aniversario de aquella masacre, el lehendakari Urkullu reconoció la injusticia que padecieron los presos del bando franquista que fueron asesinados en esos cuatro centros de reclusión que dependían del Gobierno de Euzkadi. El lehendakari, José Antonio Aguirre, reconoció públicamente el dolor que estos hechos le produjeron y asumió su responsabilidad personal y la del gobierno vasco en unos infames acontecimientos en los que la cadena de mando falló.

Y os preguntareis cuál es la relación, si existe, entre el asalto al buque prisión Cabo Quilates y Santurtzi. Dos son las razones para incluirlo en el blog.

La primera es que uno de los presos asesinados había nacido en nuestro municipio en 1894. Se llamaba Juan José Aguirre Causo y era guardia jurado de profesión. Quizás algunos de nuestros mayores recuerden una placa ubicada en el pórtico de la iglesia de San Jorge, una de tantas colocadas por el bando vencedor para glorificar a sus mártires. No tengo una imagen completa de la misma pero en el fragmento que he podido documentar se incluye su nombre.

La segunda razón para tratar el triste episodio es que muchos de los asesinados recibieron inmediata sepultura en el cementerio municipal de Santurtzi. Y una vez que los franquistas ocuparon nuestro municipio, se ordenó la construcción de un monumento funerario conmemorativo que, ya sin las arbitrarias connotaciones iniciales, todavía existe en el camposanto. Fue realizado por Anastasio Amesti e inaugurado el domingo 2 de octubre de 1938.

La lista de los asesinados enterrados en el cementerio municipal es la siguiente:

Abuin Abuin, José María (viajante), nacido en Madrid en 1896/1898

Aguilló Mestre, Buenaventura (peluquero), nacido en Porrera (Tarragona) en 1890/1892

Aguirre Causo, Juan José (guardia jurado), nacido en Santurtzi el 19/08/1894

Aguirre Menoyo, Marcelino (cantero), nacido en Aiara (Araba) el 29/10/1879

Aguirre Respaldiza, Andrés (sacerdote), nacido en Lezama (Araba) el 11/11/1898

Alba Llorente, Luis (delineante), nacido en Barakaldo en 1910/1912

Alegría Uriarte, Víctor (sacerdote), nacido en Lekeitio en 1912/1913

Alonso Pérez, Bernardino Saturnino (guardia primero), nacido en Bilbao el 27/05/1893

Altuarana Landajo, Martín (sacerdote), nacido en Zeberio en 1889/1891

Antón Llorente, Fermín (cobrador), nacido en Liñafano? (Soria) en 1900/1902

Armentia Pérez de Aguado, Faustino (sacerdote), nacido en Vitoria-Gasteiz el 23/05/1890

Basaldua Pinedo, José María (ingeniero industrial), nacido en Barakaldo en 1903/1905

Boo Sobrino, Rafael (pintor), nacido en Santander en 1899/1901

Castaños González, Raimundo (sacerdote), nacido en Mieres (Asturias) en 1865/1867

Elosua Gómez, Emilio (guardia municipal), nacido en Resín (Cantabria) en 1887/1889

Ganuza González de San Pedro, Rufino (sacerdote), nacido en Campezo (Araba) en 1906/1908

Gómez de Segura Zuñiga, Serapio (sacerdote), nacido en Campezo (Araba) en 1903/1905

González Miranda, Lorenzo (estudiante), nacido en Bilbao en 1912/1914

González Solís, José María (sacerdote), nacido en Aller (Asturias) en 1886/1888

Guadilla García, Augusto (cabo guardia municipal)nacido en Pedrosa del Príncipe (Burgos) en 1892/1894

Gutiérrez-Barquín Sainz de la Maza, Gabino (sacerdote), nacido en 1877/1879

Iñarritu Uriguen, Julián (carpintero), nacido en Durango el 16/03/1894

Landa Acha, Ildefonso (armero), nacido en Ermua en 1915/1917

Landaluce Larracoechea, Juan (labrador), nacido en Ugao en 08/02/1881

Landaluce Ipiña, Juan Manuel (delineante), nacido en Ugao en 1911/1912

Lasarte Lasarte, Tomás (comerciante), nacido en Ermua en 1907/1909

Maisón [Ibáñez de] Garayo, Glicerio (sacerdote), nacido en Vitoria-Gasteiz el 21/09/1897

Miguel Álava, Manuel de (sacerdote), nacido en Baños de Ebro / Mañueta (Araba) en 1881/1883

Nicolás García, Silvestre (jornalero), nacido en Perales de Tajuña (Madrid) en 1890/1892

Polanco Fernández, José María (estudiante), nacido en Logroño en 1917/1919

Polo Bravo, Joaquín (licenciado), nacido en Peralta de Alcofea (Huesca) en 1901/1903

Ranero Múgica, Andrés (sacerdote), nacido en Karrantza el 18/10/1896

Rodenas Iraola, Salvador [o Santos] (procurador judicial) , nacido en Balmaseda en 1896/1898

Rosaenz Hueso, Cándido (comerciante), nacido en Ollauri (La Rioja) en 1896/1898

Tobalina Oraá, Juan (retirado), nacido en Iruña de Oca (Araba) el 25/06/1881

Ugarte Artera, Francisco (sacerdote), nacido en Urkabustaiz (Araba) en 1895/1896

Urriza Berraondo, Ángel (sacerdote), nacido en Bergara? en 1886/1888

Las autoridades franquistas también levantaron dos cruces conmemorativas en las puntas de las dársenas de Axpe (Erandio) y de Portu (Barakaldo) en recuerdo de las víctimas.



8.- Isla de  Menorca (Castellón) 

El buque Isla de Menorca, fue utilizado como prisión y punto de partida del trayecto para el asesinato de numerosos ciudadanos de relevancia social, como políticos, religiosos, militares, guardias civiles y empresarios [que habían sido internados allí por el Gobernador republicano precisamente para salvaguardarlos de las turbas].




Sobre la una de la madrugada del 29 de agosto de 1936, tras ser acordonado todo el Grao de Castellón, comenzaron los crímenes por parte de piquetes ‘antifascistas’. Los cincuenta y siete presos fueron sacados del barco, atados con alambres de dos en dos, para ser conducidos por grupos, montados en camiones, a las playas del Serrallo, del Pinar y a la carretera de Almazora, donde los asesinaron a todos menos a Jaime Peris, que cayó arrastrado por el cuerpo de su compañero y pudo contarlo.


ENTRE LOS ASESINADOS EN EL BUQUE "ISLA DE MENORCA"

– Francisco Javier Bosch Marín (abogado y diputado a Cortes en 1931 y 1936, concejal de Valencia, ex Subs. de Comunic. y de Obras Públicas, consejero de DRV), – Carlos Lago Mas Llorens (periodista y director del Diario de Castellón), – José Gómez Aznar (Capitán de Infantería y jefe de la Comunión Tradicionalista de Castellón), – José Pascual Viciano (alcalde de Castellón 1929-1930, con Miguel Primo de Rivera), – Manuel Cosín Fabregat (vocal de la Cámara de Comercio de Castellón), – Juan Mut Armengol (agricultor, concejal en mayo de 1936), – Manuel Breva Perales (abogado, diputado provincial de Castellón y alcalde de Castellón 1930-1931), – Jaime Rodríguez Agost, (jornalero tradicionalista) – José López Asins (sacerdote), – José Fidel Fuentes Colom (periodista), – Guillermo Beltrán Monferrer (sacerdote), – Emilio Comín Nicolau (conductor, 19 años), – Julio Adell Abad (carlista; su hermano Manuel fue asesinado el 2 de octubre), – Ramón Agustí Martínez (secretario de la Juventud Tradicionalista), – Juan Antonio Albiol Chaler (labrador carlista) – Manuel Albiol Chaler (labrador, hermano del anterior), – José Balaguer Olucha (comerciante), – Carlos Bellido Rubert (linotipista de El Siglo Futuro– Vicente Bellido Rubert (hermano del anterior y empleado del Registro de la Propiedad) – Enrique Manero Forés (abogado), – Melchor Monzonis Soler (Teniente Coronel, padre del laureado Teniente Fernando Monzonis Mozas, quien da nombre a una calle de Castellón.)





9.- Rita Sister (Ruso). 

El mar Cantábrico. 

El Aizmendi.

El cabo de Palos.

El Legazpi (Valencia).



El vapor Legazpi era un barco 
prisión atracado en Valencia. En Valencia hubo varias “checas” flotantes. En el puerto de Valencia la motonave de carga Mar Cantábrico, el carbonero Arizmendi, el Cabo de Palos y el Legazpi  y el tristemente Rita Sister fueron asimismo “checas” flotantes.

El barco de nacionalidad rusa Rita Sister se utilizaba como prisión por las fuerzas republicanas. Por la checa de la calle Carniveros de Valencia pasaron muchos miembros de la falange, sacerdotes, empresarios y periodistas monárquicos. En estas checas se torturó físicamente y psíquicamente con crueldad inhumana. Abilio, un buen amigo de la infancia -fuimos al mismo colegio durante las fechas de la Guerra Civil y durante mi estancia en Villarrobledo- jugó al fútbol en el llamado 'once rojo' como delantero centro. Al terminar la guerra siguió en el equipo, Villarrobledo F. C.; luego jugó en Albacete, después en el Badajoz para terminar como entrenador del Villarrobledo.


EL LEGAZPI





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